Hoy comienza el mes de María y es el pretexto perfecto para poder volver a iluminar el territorio. Esta vez fue desde una de las colinas más alta. En esa colina cohabita con nosotros la abandonada gruta de la Virgen, enrejada y con una pequeña luz solar que prende a ratos.
Subí sola, en silencio, en oscuridad. Rezando fui prendiendo cada una de las velas blancas que llevaba conmigo. La oración fue pausada, pedía por mí, por el territorio y por mi relación con él.