Nos colamos en una reunión en el salón municipal con un grupo de vecinos de la comuna a los cuales le están realizando un focus group sobre hábitos de lectura. El grupo es entretenido y está compuesto principalmente por mujeres, salvo un hombre de aproximadamente 1.95 de altura. Es interesante escuchar las opiniones de los participantes con respecto a sus hábitos de lectura y los de sus vecinos, que al parecer son casi nulos. La lógica de la reunión es la de diagnosticar y proponer ideas para mejorar los hábitos de lectura desde el Plan de Lectura Nacional. Durante la sesión, una profesora normalista octogenaria interrumpe el espacio de la dinámica para contar sus historias. Ya nos habían hablado de ella. Nos cuenta de unos libros escritos por Waldo Urzúa donde se refiere a lugares de la comuna: “Don y Doña”, “Esas niñas Ugarte” y “Calle República”, son algunos de ellos. Luego relata la historia del torito un famoso cuatrero de antaño. También nos revela que es sobrina de Abel Fuenzalida, afamado cantor conocido como “El Halcón de Longovilo”. Al final de la actividad, tomamos la palabra para explicar el trabajo que estamos realizando en la comuna y proponerles reunirnos regularmente, todos los jueves en ese mismo lugar. Algunos se muestran interesados, así es que ahora tocará insistir por teléfono para que asistan.
Al salir notamos algo raro en el auto, el pedal del freno no funciona correctamente. Buscamos un mecánico. En su taller desarma la rueda y comprueba lo que suponíamos: la ausencia total de la pastilla de freno. Al ver el estado de los neumáticos asumí que debíamos cambiarlos (cosa que venía chuteando desde hace meses). En suma, viaje a Melipilla con el mecánico a comprar zapatos nuevos y pastillas (de freno). Durante el trayecto, el maestro mecánico, que partió siendo de pocas palabras, comienza a contar sus historias y otras de los habitantes de San Pedro. Sobresale en mi memoria la imagen de su hijo andando en motocicleta a 300 kilómetros por hora en Nueva Zelanda. A la vuelta otras historias de mentirosos, garbanzos y depresión viendo en un restaurant un fragmento de “Lo que callan las mujeres”, horror profundo. Nos despedimos del mecánico, prometiendo “echar un humito” pronto. Gastamos la mitad del día en trámites y estamos cansados.