Se realizó un encuentro a nivel regional de las Residencias de arte colaborativo, organizado por Red Cultura de O´Higgins. Nuestras colegas de Servicio País tuvieron la tarea de organizar y escoger un lugar para la reunión, la que se realizó en las dependencias de la Estación de bomberos de El Huique, frente al Museo. Al encuentro asistieron los artistas residentes de San José de Marchigüe y de Quinta de Tilcoco, quienes vinieron acompañados por los Servicio País respectivos y algunos vecinos de las comunidades donde están trabajando. Por nuestra parte, estuvimos Carlo y yo, Bessy, Carolina y Guaripola de Servicio País y algunos muchachos de la agrupación SK8. También llegaron tres funcionarios de la Municipalidad de Palmilla, Alfonso el encargado de cultura, el Dideco y un desconocido que tuvo bastante protagonismo durante la jornada de trabajo.
Fue interesante y estimulante ver el trabajo que están realizando los demás colegas en otros puntos de la región. Creo que hay bastantes cuestiones en común entre las otras residencias y la nuestra, principalmente las que tienen que ver con las problemáticas en torno al paisaje. El paisaje de la VI Región, por lo menos desde la carretera hacia la costa, me atrevería a decir que es bastante homogéneo en razón de los componentes que lo definen; se podría pensar quizás como un “paisaje de agroindustria”. La primera exposición, que fue de la residencia de San José de Marchigüe, planteó un problema que creo deben sufrir muchos habitantes de la región y que tiene que ver con el tráfico incansable de camiones, buses, autos y otros medios de transporte, por caminos que no fueron diseñados para ellos. La velocidad, el ruido, el polvo, son factores comunes que las comunidades han tenido que asumir como propios del desarrollo que trae aparejado la modernización del campo. Una de las cosas interesantes que tiene la plaza del Huique, que es el lugar que escogimos para trabajar, es que está resguardada de este tipo de fenómenos. Todavía se mantiene una velocidad, o un ritmo, si se quiere a escala humana, es decir, lejos todavía de la impronta de la máquina.
Luego fue nuestro turno. Primero expusieron las chicas, luego nosotros. La verdad es que nuestra propuesta, por lo menos como la comunicamos en el momento, no se basó en la entrega de productos, sino más bien en el intentar generar espacios de comunicación pertinentes y efectivos con el grupo de trabajo que determinamos, el grupo de jóvenes SK8. El asunto es que al parecer la comitiva de la Municipalidad no entendió o no compartió nuestra propuesta, haciendo comentarios bastante agresivos sin siquiera nosotros llevar 3 semanas trabajando en el Huique. Por un lado se entiende, las municipalidades viven del “producto”, del afiche, del cartel, de la foto, y estas residencias apelan a otro tipo de relación con la comunidad, se les notó que desconocen asuntos de las artes en general, y también quedó en evidencia el enfoque municipal que tienen respecto a lo cultural. Lo realmente interesante fue que todo el resto de los asistentes –CNCA, CRCA, Servicio País, Agentes culturales de las comunidades- les dieron a entender en varias oportunidades la labor a realizar en esta particular instancia de residencias de arte, incluso, ante la insistencia de los personeros municipales de Palmilla, los asistentes volvieron a explicarles el sentido del arte y en particular de este programa de Red Cultura, pero no hubo caso, y como ya se ha hecho costumbre, fue demasiado evidente la desconexión entre las intenciones municipales y las realidades territoriales.
Al final de la reunión me acerqué a ellos y los invité a nuestra oficina en la plaza del Huique, los invité a conversar y enterarse un poco mejor de nuestro proyecto, ya que tenemos toda la intención y ganas de explicárselo a quien quiera saberlo, luego acordamos que debíamos comunicarnos más y reunirnos para coordinar actividades, y ahí quedó todo.
Al rato nos reunimos todos los asistentes en la entrada del museo del Huique, hicimos una fila india e ingresamos para recorrerlo. Aquí ocurrieron varias cosas notables, como que, ante la cantidad de asistentes -28 personas aproximadamente- el solitario guía no daba abasto, por lo que espontáneamente los chicos del grupo SK8, quienes conocen el museo al revés y al derecho, sirvieron de guías, eso sí y aquí lo interesante, una visita guiada del lado B. Nos contaron algunos misterios del museo, datos sabrosos respecto la vida mística oculta en el relato oficial de los guías. Nos hicieron notar que todas las mesas de las habitaciones tenían 3 patas en vez de las 4 habituales, esto porque se cuenta que esas mesas eran el punto de reunión y práctica de sesiones de espiritismo.