Estas últimas semanas han sido para coordinar efectivamente la actividad de campo que nos llama a trabajar en esta residencia. Teníamos pocas posibilidades en la carga horaria de la profesora con sus alumnos, así que este día decidimos simplemente esperar a que terminara la jornada a las 4 para invitarlos a nuestros talleres a la salida de su escuela.
Nos encontramos con ellos, con el permiso de sus papás, y los llamamos a escuchar mediante fonos y micrófonos dispuestos en la cancha de fútbol que rodea la escuela. Uno por uno fueron escuchando el sonido que nos entregaba el paisaje en ese momento, los ruidos de maquinas que estaban del otro lado del río para construir viviendas, distintas especies de aves, caballos, sus propias voces, y de vez en cuando un automóvil que pasaba por el lugar.
Entusiasmados por lo que estaban descubriendo, comenzaron a escucharse y a jugar.
Luego de conversar sobre qué les parecía escucharse o qué provocaba en ellos esta sensación, pasamos a graficar los sonidos en un cuadernillo, el cual contendría cada una de las experiencias realizadas en nuestro paso por su comunidad.
Sabemos que estas actividades podrán continuarse de buena manera, ya que vemos en los niños muchas ganas de participar, colaborar y seguir descubriendo el mundo del sonido.