Me levanté, desayuné café con tostadas con palta y retomé la lectura de “El obsceno pájaro de la noche”, libro que escogí por la similitud del contexto con la Hacienda del Huique. El calor se fue poniendo cada vez más intenso con el pasar de las horas. Agarré el auto y fui a al Homecenter de Santa Cruz. Allí compre un pack de guantes, bolsas de basura y mascarillas. De vuelta pasé rápidamente a la pensión, me cociné un bistec con ensalada y partí a la plaza del Huique para juntarme con los cabros a las 15:00 hrs., tal como habíamos quedado por WhatsApp. La idea de esta jornada es limpiar un sector donde concurren los SK8 que queda debajo del puente grande, a la salida del pueblo. Mientras esperaba, deshacían un evento en la plaza con motivo de una carrera de bicicletas. Varios puestos, vendiendo shawarma, cerveza, empanadas debajo de los típicos tolditos que ya forman parte de nuestro paisaje nacional. La gente ya se estaba retirando, pero todavía se veían algunos competidores en sus bicicletas, incluso una chica que tenía una herida en una pierna que sangraba profusamente. Yo figuraba sentado en una banca, bajo un árbol, capeando el calor, leyendo mi libro. De pronto apareció Brandon, siempre acompañado de sus perros, Pálido y ¿?, luego llegó Tomás y luego otro integrante más del grupo. Compramos una Cachantún y nos quedamos conversando mientras llegaban los demás. Hablamos del “cybermonday”, de los celulares que estaban de moda, de Alexis Sánchez, de un cabro “Allende” bueno pa´ la pelota que juega en Santa Cruz y que se fue a probar al Arsenal. Quedamos de ir un día de estos al estadio a ver a Santa Cruz. Luego de casi una hora y media llegaron todos: Yioryo, su primo Maxi, Sergio, Jano, y Bessy y Guaripola de Servicio País. Nos fuimos caminando al lugar que teníamos planificado limpiar. A este se accede cruzando por el puente tapado que une el pueblo con la carretera y luego desviándose hacia el río por una pasada semi descubierta. Allí, ya nos habían llevado en otra actividad los muchachos, cuando les pedimos que nos mostraran los lugares que eran significativos para ellos. El lugar es una suerte de arenal, o tierral mejor dicho, que queda abajo del puente y que los chicos utilizan para juntarse y estar más “piola” que en la plaza. Había unos indicios de fogatas con basura quemada y montones por todos lados de basura, escombros y algunas ramas grandes árboles. Según nos contaron los mismos chicos, mucha gente del lugar, incluidos ellos mismos algunas veces, van a dejar la basura allí.
Para amenizar el trabajo, llevé un parlantito y lo deje ahí para que los chicos colocaran música de su agrado, principalmente TRAP y cumbia con grupos como Villa Cariño y otras cosas que yo no había escuchado nunca. Repartimos los guantes, las mascarillas, y nos pusimos manos a la obra. De pronto todos estaban trabajando animadamente, cantando, bailando y encontrando sorpresas en la basura: una tira de dipironas, sostenes, un raspe ganador de 100 lucas, unos documentos con pantallazos de WhatsApp incriminatorios, entre otras cosas. Decidimos separar lo plástico del vidrio para poder mandar este último a la zona de reciclaje que está en la plaza del Huique. Trabajamos como una hora y media y acumulamos una buena cantidad de bolsas. Mientras tanto yo fui con Max a comprar unas bebidas y galletas, unos spray que pidieron para hacer unos rayados y unas palas y un rastrillo. De vuelta los chicos seguían trabajando. Cuando paramos, Sergio, a quien le gusta el dibujo, rayó con spray “SK8” en una de las paredes del lugar. Allí hay varios rayados y mensajes, algunos de ellos escritos por los mismos chicos con anterioridad. Luego Tomás se puso a construir una suerte de escalera para ingresar con mayor facilidad al lugar. Otros comenzaron a desenterrar una banca y otros movieron unos bloques de cemento para construir una mesa con asientos. Así se nos pasó la tarde, conversando, riéndonos y disfrutando del lugar, el cual quedó bastante limpio, aunque por supuesto falta mucho. Quedamos de realizar una segunda jornada de limpieza y ver qué es lo que le interesa al grupo seguir realizando allí. Fuimos a dejar las bolsas cerca de la plaza y nos despedimos.
Yo me fui con Bessy y Guaripola quienes me invitaron a tomar once. Comimos pan con huevo, ellas estaban viendo a Panchito Saavedra, yo propuse a Felipe Avello. Me fui como a las 21:30. Ya en la casa me acosté y aproveché de ver películas hasta entrada la madrugada: Vida y Muerte de los Onas, de Anne Chapman, Diálogo de Exiliados, de Ruiz y por último, la eterna Alexander the Great, de Angelopolous. (Danilo Petrovich).