Después del radier, con ayuda de Don Rubén y su nieto se comenzó a levantar nuestro Refugio. Pancho se convirtió en “el experto en clavos”, parecía que sus gotas de sudor en el piso hacían brotar este espacio.
Todos los niños y niñas cooperaron desde ordenar los palos, barnizando, pintando el pequeño muro de la entrada donde cada uno dejó su marca, pegando cerámica, barriendo.
Los niños decían: “nunca antes habíamos tenido un Refugio, y ahora lo tenemos gracias a los tíos”…. no paro de emocionarme….. se acerca la despedida, afuera llueve….también llueve en mis ojos.