Hace unos días mientras dibujábamos y conversábamos con la Anto, nuestra pequeña vecina, le contamos que nos parecía súper interesante que mucha gente que hemos conocido en la Isla ha estado de cumpleaños durante este mes, en ese momento la Anto nos mira, se ríe y dice “el domingo es mi cumpleaños”. Luego de terminar de tomar té, nuestra vecina se retira a hacer sus tareas. Nosotras seguimos con las nuestras.
No pasa mucho tiempo hasta que la Consu se me acerca, se acomoda y dice: “No estoy muy segura de esto y creo que me voy a arrepentir después que lo diga, pero ¿te parece si celebramos el cumple de Anto en casa?” En ese momento me río y le digo que ya había pensado lo mismo, así que el sentir era común, entonces había que hacerlo.
Al día siguiente le contamos a la Anto de nuestra idea y se pone tan contenta que nos damos cuenta de inmediato que vamos a poner toda nuestra energía para que este día sea inolvidable. Consu y Anto diseñan las invitaciones para los amigos, amigas y primos. Diez en total. Salimos a repartirlas casa por casa un día antes del gran evento. Lugar de celebración: la casa de los banderines, hora: 15:00. Durante la entrega de invitaciones Vicente se encuentra tesoros y los invitados nos regalan pancoritas recién cocidas. “La mía aún está viva” Dice Vicente, mientras enfrentamos una tormenta de arena que nos viene siguiendo desde que partimos el recorrido. Durante los fines de semana en esta isla no pasa mucho. Las señoras con las que hemos hablado nos dicen que básicamente lo dedican a sus casas y a Dios, así que la invitación causaba expectación.
Hoy finalmente ha llegado el día del cumple. Desde temprano comenzamos con la preparación de lo que vamos a comer, tenemos trocitos de pan de las Marcelas (el mejor pan de la Isla) con 2 mezclas de humus, una de ellas con betarraga para darle color, jugo de manzana cocida con canela y cocadas de manjar con galletas.
Nuestro amigo Juan Pablo, que está haciendo su internado rural, se motivó para ayudarnos con los juegos, así que mientras se queda con los chicos y chicas en la casa club interpretando algunas canciones en flauta para amenizar el espacio, nosotras terminamos de preparar las cosas para comer. El pan con salsa no lo tocan, las cocadas y el jugo son bien recibidos. ¡Ya estamos listos para comenzar con la descarga de energía infantil, así que todas y todos a la cancha de fútbol!
De aquí en adelante los recuerdos son confusos, sólo tengo (Nicole) imágenes de risas, gritos, saltos, caídas, más risas, un poco de jugo por acá, una cocada por allá, música, algunos “¡tía no puedo saltar más, o tía el Vice hizo trampa!”. La cumpleañera sigue proponiendo juegos nuevos, danzas y carreras de todo tipo: de 3 pies, de espalda y vendados, carrera de cuncunas y todo lo que pasaba por su cabeza.
Casi al final del día, Caro, una chica que está aquí por el Simce de la que nos hemos hecho amigas, llega con energía renovada para apoyarnos en el último juego del día. Ahí ya la locura era generalizada, los ataques de risa y los intentos por permanecer quietos esperando la evaluación de cada equipo por parte de la profe de educación física eran casi incontenible, cuando la cumpleañera pidió tregua, decidimos que era suficiente por el día.
Nos dirigimos a la casa para improvisar una torta con: un queque, un poco de leche condensada y unas rodajas de frutillas, pusimos una velita, cantamos cumpleaños feliz con los 3 deseos y todo. Los invitados comenzaron a irse y a algunos los llevé directo a sus casas. Cuando volvemos a la casita, con las ultimas energías que quedaban, todos tirados en el piso, le preguntamos a la Anto que como lo había pasado: “Este ha sido el mejor cumpleaños que he tenido en mi vida”
No sólo había sido un increíble día para la Anto. Nosotras hemos sacado fuera mucha energía contenida, frustraciones y locuras que un proyecto como este puede dejar acumuladas en el cuerpo y que tarde o temprano pasan la cuenta. Siempre recordaremos esa gran idea, celebrar un cumpleaños en la Isla de la Fantasía.