El pasado viernes 20 de octubre tuvimos un nuevo encuentro en la sede comunitaria de La Montaña: empanadas de queso, película de dibujos animados y como actividad, indagar en cómo estaban siendo llenadas las cajas de maderas entregadas en el encuentro anterior.
La convocatoria siempre es a las 18:30 horas, y pasó que este viernes casi nos quedamos sin encuentro. Eran las 19:30 horas y en la sede sólo nos encontrábamos nosotros 3 y Maxi, un niño de La Montaña. Cuento corto, cuando ya habíamos decidido mover el encuentro para el día sábado, vemos a lo lejos por el camino venir a nuestr@s invitad@s. Retomando la motivación, dimos inicio a este nuevo encuentro. Lamentablemente nadie llevó su caja, excepto nosotros como colectivo, por lo que a partir de ella intentamos motivar a las familias presentes contándoles cómo nosotros estábamos llenando nuestra caja con objetos, materiales, escritos y dibujos que sólo pertenecen a La Montaña, que sólo nos hablan de este lugar. En general, siento que aún estamos muy tímidos, claramente el proceso de vinculación en cada territorio tiene su propio ritmo y éste tiene directa relación con el modo de vida local. Acelerar los procesos no viene a lugar, sólo nos queda seguir creando las condiciones favorables para crear realmente un trabajo creativo y cooperativo. ¿Podemos insistir sin pasar a llevar las “formas” que aquí prevalecen? Personalmente creo que sí, presentar nuevas formas y con estas asombrar, motivar y sobre todo hacerlas sentir propias, sacar el acto creativo y las acciones colaborativas de una supuesta dimensión alejada y desconocida, logrando así que el arte nos sea propio.
Las empanadas de queso resultaron increíble, y sinceramente esperamos que en nuestro próximo encuentro la actividad de las cajas fluyera de modo similar. En fin, siempre es bueno encontrarse y compartir. Por nuestro lado, esto nos obliga constantemente a cuestionar nuestro modo de trabajo en este tipo de proyectos. A buscar modos diferentes y a inventar nuevas actividades.
Y el día a día continúa tranquilamente, con el característico sonido de las cabras, los colores del bosque nativo, el olor a forestal (pino y eucaliptus), y por estos días, principalmente con el arado de la tierra que relaciono particularmente con la etapa en que nos encontramos de nuestra residencia. Usando diferentes herramientas, dedicándole tiempo y energía, y realizándolo en equipo, así mismo vemos y hemos realizado el arado de la tierra.