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Residencia: La Montaña: habitar historias en comunidad San Fabián - La Montaña, Biobío - 2017 Residente: Colectivo Charco
Publicado: 25 de noviembre de 2017
Encuentro de tradiciones: construyendo el sí mismo de la comunidad

En el primer encuentro que sostuve con la comunidad (en el reconocimiento de terreno) la inquietud general era sobre lo que se estaba perdiendo: su propia identidad, alojada en su relación con la tierra y sus costumbres, y el encontrarse como colectivo. En la segunda reunión que se sostuvo, en el inicio de la residencia, volvieron a aparecer tales asuntos, y la forma de abordarlos, propuesta por la comunidad, fue la de realizar un encuentro de tradiciones que sean identificadas como propias y compartir entre los vecinos, invitando a las autoridades comunales.

El trayecto que se ha seguido desde entonces, ha sido el de generar encuentros y mantenerlos a lo largo de la residencia, y dentro de estos encuentros, ir poco a poco, como grupo y comunidad, construyendo una identidad. Eso se manifestó, por una parte, en el trabajo sobre el diseño de la garita y en el cómo los habitantes del sector han compartido con nosotros sus relaciones con la tierra, con las herramientas y con los animales, permitiendo que nosotros mismos devengamos tierra, agua, madera, formón, caballo, árbol; ¿de qué otra forma podemos ser parte de tal comunidad si no devenimos en lo que ella deviene?

Habiendo aportado a que la comunidad se reencontrara y reencantara, el momento de la concreción del encuentro de tradiciones ocurrió. Luego de dos semanas de intenso trabajo y coordinaciones, nos reunimos en la sede a compartir distintos aspectos de la vida que esta comunidad siente que la constituye. La jornada comenzó con la preparación de las distintas cosas: acarrear materiales, instalar equipos, mover sillas, preparar la comida, organizar el espacio, etc. Después comenzó a prepararse el cordero al palo, al tiempo que en la cocina la cazuela con pantrucas hervía. Las personas comenzaron a llegar y a ocupar el espacio. Don Nato apareció con distintas herramientas que se ocupan para trabajar la tierra: distintos tipos de arado, trampas, huso, y piedras que encuentran en el estero que se asumen pehuenches; todo se instaló en un mesón a modo de exhibición.

Cuando llegó el alcalde (junto a una comisión argentina que andaba de visita) dimos inicio al evento. Don Andrés habló primero, luego el alcalde y Lucy. Se invitó a ingresar a la sala de la sede a ver algunas de las prácticas que hemos registrado con don Nato: arado con bueyes, arado con chivos, pelcha, esquila y lazear caballos. Cada video lo iba explicando don Nato. Cuando hubo terminado aquello, pasamos a las mesas afuera a comer cazuela con pantrucas, sopaipillas, chilenitos y mote con huesillos. Los más pequeños jugaban y rayaban la estructura-pizarra del paradero, los adolescentes estaban alrededor de la música y los adultos conversaban y veían los objetos sobre el mesón. Luego vino el cordero, el que fue trozado y puesto en una bandeja, y se pasó puesto por puesto para que los comensales sacaran con la mano y acompañaran con papas o tomate. Sin platos, como era antes.

Todos estábamos contentos. Hay algo que se construyó que nos dejó a todos con una sensación de satisfacción. Quizás fuera un sentido el que llenó el evento. En ese caso, ya no corresponde llamar un evento a lo que se hizo, sino un acontecimiento, un acontecimiento que creó y alojó un sentido en la comunidad de La Montaña. Mantenerse fiel a tal acontecimiento, depende de todos nosotros.

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