Durante estos recientes tres días nos hemos dedicado a repartir volantes para invitar a un encuentro como manera de presentar oficialmente la residencia. En cada casa nos quedamos conversando, historias y recuerdos, emergen rápidamente.
En la tarde del día 4 de septiembre, tuvimos la suerte que se concretara una reunión extraordinaria del comité de agua, instancia donde habían unos 50 vecinos/as resolviendo el vital tema[1], que como país nos tiene empantanados. En aquella reunión nos dieron la palabra para invitar a participar a la residencia y en la lógica de las prioridades, inicialmente uno pensaría que resolviendo temas prácticos como el suministro del agua, una residencia de arte participativo, podría parecer poco importante. Entonces, uno nuevamente constata que las necesidades no son jerárquicas, que el desarrollo es a escala humana, en donde resolver problemas se da de manera paralela. A la salida de la reunión, Don Pedro nos dice, esto es lo que hace falta. Se emociona mientras conversamos, detrás de un rostro aparentemente duro está la dulzura, el entusiasmo y la picardía.
Hoy miércoles, 6 de septiembre, fuimos a la reunión mensual del club de los adultos mayores. Nos presentaron en el círculo inicial, comentando lo que veníamos a hacer por tres meses. Don Celerino Salazar, dijo que bueno que estaríamos un tiempo, para ir conociéndonos de a poco. Entre todos, organizaban cuotas y distintos asuntos con relajo. Luego, nos sentamos a la mesa, primero fue una rifa con números de tómbola, que anunciaba alegre Don Juan, vecino nuestro y miembro de la directiva del club. Nosotros tuvimos la suerte de ganar un pocillo y una luca. Para rematar llegó la hora de once con empanadas, música ranchera, cueca, vino y té. Don Celerino se lució con unas payas, que cuál traga-lenguas hacían reír entremedio de las conversaciones.
Para aprovechar lo que quedaba de tarde, partimos hacía Las Cabras, para comprar materiales y víveres para el encuentro de mañana. Consiguiendo casi todo lo necesario, pues algunos locales ya estaban cerrados. Ya de regreso, en la parada de la micro, ofrecimos llevar y una señora se subió al auto, iba en dirección a Patagua orilla, localidad vecina a la nuestra. Nos contaba de su vida, de su trabajo en el campo y su actual trabajo en una tienda de perfumes. La llevamos hasta su casa y al regreso, cual aparición fantasmagórica, una perrita en medio de la carretera, frente al auto. Lloraba y se subió con nosotros, como si fuera una vieja conocida. Pensamos en nuestra ingenuidad y deseo profundo, que debía ser de alguien y gritamos a la única casa vecina. Nos abrió amablemente Julio, que nos contaba que siempre venían a tirar perros a ese pedazo oscuro y sin casas. No era suya esta perrita.
Ahora nos acompaña, Patagua, quien busca hogar.
[1] Recordemos que Chile es el único país en el mundo que el agua es privada, desde 1981