Aquí en La Montaña estábamos hace un tiempo. Aunque no estuviésemos físicamente, este lugar estaba siendo visitado por nosotros en cada conversación en que hablábamos de aquella localidad cerca de San Fabián. Compartíamos como colectivo esa sensación de un lugar que te tira del pecho, la ilusión que te invita y las ganas que teníamos de que septiembre llegara, no por las fiestas patrias o la llegada de la primavera, simplemente porque queríamos que esta experiencia venidera comenzara de una vez.
“¿Y a usted le gusta aquí?” Se nos ha consultado reiteradas veces. Parece que no nos creen que sí nos guste o puede ser también que les agrada escuchar que uno aprecie su tierra. Se nos ocurre además que puede ser una forma de preguntarnos si estamos bien. “¿Y usted se halla aquí?” Es la pregunta que viene después.
Y hasta ahora estamos bastante bien. El pasado domingo 17 de septiembre tuvimos nuestro primer encuentro con personas de la comunidad de La Montaña: mujeres, hombres y niños. Convocamos en la Sede Vecinal, gracias al apoyo del Presidente de la Junta de Vecinos, y conocimos varios rostros de La Montaña y ell@s a nosotr@s. “¿Quiénes son estos chic@s?” “¿Cuáles son sus intenciones?” Y “¿qué tenemos que ver nosotros (la comunidad) en esto?” Eran las preguntas que queríamos resolver en esta primera reunión.
Mientras David Quezada se la jugaba con el fuego para los choripanes, nosotros comenzábamos a romper el hielo sentados entre los y las vecinos y vecinas quienes no tenían idea el porqué de la convocatoria hecha por el presidente de la junta vecinal. En resumen, poco a poco fuimos soltándonos, principalmente nosotros, y podríamos decir que el encuentro fluyó. Mejor que pasto seco los asistentes comenzaron a dar ideas, las caras de intriga y extrañeza se tornaron un poco más suaves y nos empezaron a hablar de sus costumbres, de lo que les gustaría hacer, cómo hacerlo y, además, lo más importante: nos hicieron sentir que esto podría funcionar.
Así es como se encamina nuestra residencia. Contentos por el buen comienzo. Este impulso inicial nos hace pensar en las cabritas que hemos visto nacer estos últimos días, aquí en el corral junto a nuestra casa, cabritas recién nacidas que a los minutos, luego de tan sólo un par de tropezones, ya logran ponerse de pie y poder seguir a paso medio dificultoso a sus madres. Cabritas que al pasar de los días ya juegan y son parte del gran cabrerío.