El aplauso al final de la película, en plena calle, ocurría por primera vez en San José. Desde las seis pm, el equipo de vecinos productores, estaban listos. Paulina había sugerido, un poco más temprano, colocarnos un identificativo, para facilitar la organización entre los asistentes.
El cierre de calle empezaba a las siete pm y la película, una hora y treinta más tarde. Cinthia pegó dos cartulinas en el muro y cerca del paradero, anunciando la función.
Los proyectistas habían llegado puntual desde Rancagua. El sonidista, en su camioneta, repleta de amplificadores, consolas y cajas negras, también nos daba algunas indicaciones e instalaba, antes de irse a otra actividad. Lo único que tienen que hacer, es este botón pal micrófono y este para el audio de la película.
Dentro de la sede del club deportivo adyacente, estaban listas las sillas, mesas, basureros y otra logística.
El viento soplaba fuerte y el efecto de vela, sobre un telón de 4.20 x 3.60 metros, podría suceder. Entre todos y a un costado de la calle, empezamos con las ideas. Checho y Pedro trajeron sogas y cables para anclar. Vianca, Tatiana y Matías, se encargaron de la limpieza de los baños del club.
Algunas vecinas empezaron a llegar con sus puestos de venta. Carretilla con leña, para las papas fritas. Una mesa con mantel blanco y de cuadro rojos se instaló para las empanadas y las bebidas. Sandra se encargaría de los anticuchos desde la cocina de la sede.
Tal como habíamos coordinado con los vecinos, iba sucediendo la puesta en escena del cine muro. Varios vecinos ayudaban a colocar las sillas negras y blancas, facilitadas por la municipalidad y el club. Sé limpió el telón, dispuesto sobre la calle, hasta dejarlo impecable, es que una película no se puede ver con manchas.
Los espectadores iban llegando con talante propio de un sábado en la noche. Las sillas de la primera fila estaban reservadas para los adultos mayores.
Unos boleros y alguna música cubana matizaban antes del comienzo.
La pregunta más frecuente, de niños y adultos: ¿qué película van a poner? Y con una sonrisa ¡sorpresaaaaa!
Todo estaba listo: el telón imponente sobre la calle, las sillas, el proyector, los puestos, los conos naranjas, los espectadores y quedaba anunciar con micrófono en mano el nombre de dos cortometrajes y de la película.
A la hora señalada, empezaba el cine en San José.
Durante tres horas los vecinos permanecieron frente a la luz de las películas. Era una noche de campo, tranquila y con miles de estrellas.
Casi doscientas personas estuvieron presentes.
La noche enfrió un poco. Y la mayoría permaneció en sus sillas y de pie.
La película finalizó, a las diez cuarenta y cinco pm. Enseguida, encendimos las luces del club y un avispero de manos desmontaron las sillas, el telón, las mesas, el anclaje, el proyector, los puestos y bancos de madera. Muy cerca de las once pm, el paso vehicular estaba restablecido. El cine muro efímero había desaparecido.
El aplauso al final de la película, en plena calle de San José, ocurría.