La poesía español créole apareció como una forma de generar intercambio entre la comunidad inmigrante del sector y el centro de estudios informales. Para esto se realizó una selección de cinco poemas para ser traducidos al criollo haitiano y así abrirles a circulación para un ejercicio de lectura más allá de actos laborales o de enseñanza. Su recepción fue valorada bajo la suspicacia de una comunidad que se ve fragmentada por una urgencia económica evidente; todos los intentos vieron contratiempos en entrevistas de trabajo o quehaceres laborales. Quienes lograron un mayor compromiso con esta iniciativa fueron Rose Caffay y Nirva Rémy, las que fueron contactadas por un dato de vecino y por funcionarios municipales, respectivamente. Ambas se mostraron abiertas a la colaboración motivadas por el prejuicio cultural que se guarda con Haití, así como el interés por abrir a sus coterráneos la poesía chilena, entendiendo esta iniciativa como el inicio de un intercambio de paisaje en letras.