Esta semana fue bien provechosa para hartas cosas de la residencia. Después del “Encuentro de Mundos” de alguna manera habíamos culminado una primera etapa de trabajo donde sentimos que nos hemos vinculado e insertado en el contexto de Paihuano y el valle, en los grupos subalternos principalmente. Esos grupos que no son necesariamente un gran grupo ni están institucionalizados, pero que si están organizados y que se juntan con regularidad e informalidad. En este punto nos damos cuenta que estamos trabajando desde lo mínimo, desde el encuentro de persona a persona y hemos hecho lazos y vínculos bastante fuertes para el poco tiempo. Creo que de alguna manera se debe al tiempo y ritmo del valle. Acá no hay tiempo, ya nos habían dicho y nosotros también lo sabíamos, ya conocíamos esa energía que tiene el valle tan particular y atrapante o “magnética” como le llaman.
Tal vez es esta energía magnética lo que nos hace sentir que está todo fluyendo sincrónicamente, pues esta semana ocurrieron esos encuentros y esas ideas que tenían que cuajar. El martes nos encontramos con Jorge, el líder de la batucada de Paihuano, que con César y el Nacho han hechos buenas migas, se entienden bien y también es un grupo muy particular e importante de Paihuano. En este grupo hay raperos del sector que andan a caballo, hacen grafiti, comparten una cerveza en la plaza después del trabajo o uno que otro disfruta del café. Hacen arte, viven el arte y lo vibran. Es su espacio de libertad y son también organizados. Jorge es el líder pues los conoce y los mueve a todos cuando se trata de tomar oportunidades.
Este encuentro con Jorge fue clave pues de alguna manera apareció tal vez el acto más importante que haremos durante la residencia. Ya habían hablado de un lugar que querían volver a abrir el paso al río, pues es un sector que es público y que antes era un preciado lugar de encuentro, hasta que alguien compró el sector del otro lado del río y al más puro estilo del valle, puso un portón que marcaba la diferencia entre lo privado y lo público. Luego entre la naturaleza y la basura se encargaron de ir cerrando el paso al lugar. Le dicen “el Amazonas” y ahora es casi un basural lleno de cañas, colchones, cartones, latas, en fin, ese espacio de encuentro se acabó y los chicos están decididos a volver a abrirlo.
Para eso nos pidieron ayuda y a nosotros nos parece una importante y potente oportunidad, pues de alguna manera refleja una gran problemática del valle, que tiene que ver con la falta de espacios públicos naturales, pues con el tiempo han ido llegando empresarios que han comprado cerros, pasos de río, tierras para plantar parras, armar negocios turísticos, etc. y esto ha intercedido en la manera natural de disfrutar y entender el territorio, de los que habitan en el pueblo y no son parte de esos grupos.
Este paso de río representa, no solo cómo han ido quitándoles su territorio a los propios habitantes del lugar con el fin de explotar su potencial económico, sino también representa sus lugares de encuentro y conexión con su propia comunidad y con su entorno natural, que es lo que la mayoría resalta y aprecia por sobre casi todo en el valle. La belleza de la naturaleza se impone y hace que sea un lugar inolvidable.
Por otro lado, esto también aparece como una hermosa y significativa posibilidad de intervención en el Centro Cultural, que haga sentido con el AFUERA, que era nuestro gran desafío. El edificio del Centro Cultural no tiene línea editorial, no tiene visión, misión, no tiene espacios aptos para muchas actividades artísticas y culturales y además a los vecinos les parece un gran lugar de oficinas “de la muni”. Con nuestro trabajo, poco se puede hacer con eso en tres meses, nosotros queremos dar una idea, una muestra o tal vez un referente de lo que puede llegar a ser un Centro Cultural que pertenezca a la comunidad. Un demo, por decirlo burdamente, donde hagamos el ejercicio de creer que este edificio puede ser de todos. Por otro lado el edificio depende de la Municipalidad y principalmente de la opinión particular del alcalde, él decide personalmente lo que se hace o se des-hace en este lugar, por eso es que no es posible garantizar nada en este lugar mientras no hayan acuerdos firmados que protejan a los vecinos de respetar un lugar público. Nuestra ambición es incluso firmar algunos compromisos puntuales con el alcalde, pero si no nos resulta igual queremos hacer este “demo” una experiencia para todos.
Finalmente queremos ayudar a abrir este espacio, recuperarlo como espacio público, y con el material que salga de esta intervención de AFUERA, queremos llevar una exposición ADENTRO del Centro Cultural, que reúna esta intervención, que inaugure un nuevo espacio, que les pertenezca a todos y donde se expondrán los trabajos que se han producido durante la residencia, como símbolo de un renacer, un nuevo comienzo y un reconocimiento a los valores patrimoniales que tiene este lugar tan abundante.
Esa es nuestra visión ahora, nuestra flecha la estamos apuntando para allá, lo que suceda en el camino se lo dejamos al magnetismo (que pareciera estar de nuestro lado).