El segundo día del laboratorio fotográfico, lo habíamos agendado para la revisión de las fotografías que todos habían tomado la jornada anterior. Algunas de estas tomas fotográficas estaban en las memorias de las dos cámaras que traíamos, pero varios del grupo comenzaron desde temprano a enviarnos por whatsapp imágenes que también habían tomado durante el paseo con sus celulares. Con varios en la casa conversamos acerca del trabajo de edición que haríamos ese día, de llevar ahora el punto de vista propio a lo que cada uno quería expresar de esta visita realizada a un lugar poco habitual para todos. Observamos el grupo de imágenes que cada uno ha tomado y los invitamos a comenzar la edición trabajando el imprimir. Uno a uno va participando del proceso de impresión de sus propias fotografías, no pueden creer como el ejercicio realizado traiga estos resultados y se sienten orgullosos de la capacidad creativa que han desarrollado en pocas horas trabajando más allá de la selfie frecuente. Aunque no se había contemplado hasta el momento este material como algo que debía estar dentro de lo que resultara como el mapa final del proyecto, se propone realizar luego quizás más tomas fotográficas del entorno de la península misma y así incluir algunas en lo que podría ser el “lado B” de lo cartográfico trabajado hasta el momento. Casi terminando la tarde, nos cuentan que por la marea muchos han marisqueado hoy muy temprano y que por lo mismo mañana hay curanto. Con Carlos cerramos la jornada mirando las fotografías impresas por todos, sabiendo que de alguna forma la experiencia de apenas dos días es algo que no habían experimentado nunca, y que posiblemente puede ser interesante en el futuro. El punto de vista propio toma más importancia que la imagen misma, y más allá del resultado final, hay cierta nueva manera de mirarnos también.