BitácoraResidencias de arte colaborativo

Residencia: Atlas popular de Ayacara Ayacara - Chaitén, Los Lagos - 2018 Residente: Angie Saiz
Publicado: 16 de enero de 2019
Milenaria amistad

En una especie de paréntesis entre los primeros laboratorios que habíamos experimentado y la llegada de nuevos colaboradores en el proyecto, trabajamos durante una semana contenidos diversos que podrían estar -o no, quizás- incluidos en la cartografía final. Bajo la rótula de “Semana Cartográfica”, nos reunimos en torno a una pizza, un mate o un desayuno con Edgardo e Ítalo, su hijo, Don Gabe y otros del grupo. La idea de revisar la información que juntos ya habíamos hecho requirió la producción de un nuevo mapa donde ya están por fin señaladas por primera vez todas las localidades de la península y sus rutas de unión en caminos correctos. El mapa a intervenir con toda esa información les entusiasma espontáneamente, y sin mayor pie forzado, a querer incluir y señalar los sectores dentro del territorio donde aún se encuentran los Ulmos y Alerces milenarios, que por Reldehue hay muchos más Arrayanes que “por arriba”, y otros nombres que me advierten es “como nosotros les decimos” y que, concluimos, será un criterio común para los contenidos que incluyamos; el cómo aquí se nombra y señala tal o cual elemento dentro de la naturaleza y “no como las empresas han llamado todo en sus propios mapas”. Añadimos a nuestros elementos a graficar próximamente, los sectores de extracción de mariscos (marisqueo), pesca de merluza y salmón, u otros como puentes o ramplas de acceso marítimo. Don Gabe, además de conversar largamente conmigo durante una tarde mirando un atlas algo obsoleto que tiene, y completar con muchos más nombres de árboles alrededor de toda la península el mapa actualizado, me invita a conocer su iglesia. Como otros más, don Gabe es pastor evangélico, y aunque sus “hermanos ya no vienen” -dos o tres ancianos amigos de la comunidad cercana que han dejado de ir el último año- de todas formas él siempre la cuida y la tiene limpia por si el pastor de Puerto llega. Me pide al despedirnos del paseo, que por favor pasemos a su casa y registre una historia sobre la península que él escribió en su libretita donde anota todo para no olvidarse, que la transcriba para por fin tenerla bien escrita. Su letra caligráfica hermosa me parece muchísimo mas bella que la factura digital que él quiere, pienso que es casi arruinarla que termine en el computador, pero al mismo tiempo recojo entre las líneas lo que tiene realmente importancia en sus palabras, eso de que “antes todo era amistad y alegría”, y que es lejos -me dice- “lo que más se extraña”.

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