Nuestra llegada al territorio fue mas bien un reencuentro, porque a pesar de ser un lugar por descubrir ya teníamos una historia detrás con el Valle del Elqui. Fue nuestro sueño de hace años como familia y colectivo, llegamos a Cochiguaz a probar suerte y el aluvión del 2012 nos obligó a movernos al sur. Llegamos a la Araucanía, desde ahí empezamos a tejer nuestro destino desde otro contexto pero haciendo lo que nos gusta, siempre moviéndonos, siempre nómades y siempre apostando a lo que nos dictaba el corazón y la intuición. Por eso quisimos ver la posibilidad de volver y sin quererlo nos aparece esta hermosa oportunidad de residencia. Para nosotros fue una oportunidad de re- comenzar nuestra historia con estas tierras, por eso esto fue un reencuentro.
Llegamos a buscar arriendos, algunos ya más o menos vistos, pero sin nada concreto. Mientras nos instalábamos volvimos a Cochiguaz a nuestra casa verde, a reencontrarnos con este espacio y a reconocerlo mientras buscábamos nuestro nuevo refugio temporal en Paihuano.
El asunto es que nos costó un montón, hay como una red de oferta y demanda de arriendo interna en Paihuano que es sumamente rápida y efectiva. Antes de poder conseguirnos un número de teléfono con David, el Jefe del Departamento de Cultura de la Municipalidad y encargado del Centro Cultural, la casa en cuestión ya había sido arrendada ( y eso que David conocía a toda la gente del sector) nos pasó al menos 3 veces lo mismo y nos estamos moviendo en la Combi a diario…
con niños y todo…
agotador…
Además nuestra llegada tenía dos grandes eventos:
Inscribir al Teo y la Cala en la escuela y reunirnos con María Rosa de Red Cultura, los encargados de la Fundación (FSP), encargados de la Municipalidad y equipo con el que trabajaríamos en el proceso para socializar el proyecto.
Ambas situaciones sumamente importantes para el proceso, lo bueno es que ambas cosas anduvieron a la perfección: A los niños los inscribimos finalmente en la Escuela Gabriela Mistral de Montegrande, nos recibieron muy bien y los niños amaron a las tías y a la escuela (de hecho la Cala ama a las tías más que a nosotros, yo creo), nos encantó el ambiente de la escuela, muy familiar, niños felices, con espacio para jugar, naturaleza y libertad, un lujo dentro de lo que una institución educacional pública Chilena promedio puede ofrecer.
Por otro lado, en la reunión con el equipo de trabajo, hicimos una presentación y
explicación de nuestras actividades tentativas propuestas para el proyecto AGARRANDO VALLE. Todas tuvieron muy buena recepción, aparecieron comentarios muy coherentes, creativos y estratégicos para descubrir como llevar a cavo nuestras ideas. Todo ocurrió de manera positiva y con la intensión de generar confianza y en que estamos en un buen momento, un momento difícil pero único donde por fin existiría un Centro Cultural Institucional en la comuna y que debía ser ocupado por su comunidad, como un lugar de creación y convivencia potente, un lugar seguro para opinar y romper nuestros propios límites.
Bueno, eso es lo que a nosotros nos dan ganas que se haga, pero en realidad poco importa lo que nosotros queramos, tienen que ser las ganas que tienen que ser. Las ganas que la comunidad tiene de convivir con ella misma.