El jueves pasado fue un día intenso. Era nuestra primera jornada con los niños de La Escuela Los Coigües, la escuela rural acá en La Montaña que tiene a 13 niños en su sala, desde primero a sexto básico, todos aprendiendo juntos, a cargo de la profesora Alejandra y demás profesores de algunas asignaturas que viajan especialmente a La Escuela a realizar sus clases. Es un sistema escolar distinto al que conocemos en las ciudades grandes, con niños respetuosos unos de otros, juguetones y curiosos.
Con los niños ya nos habíamos presentado, pero hoy partíamos el trabajo junto a ellos, contándoles un poco más de lo que queremos hacer en conjunto, viviendo experiencias que tienen que ver con el arte pero también con su propio territorio. Lo primero que hicimos fue dibujar, cada uno eligió un lugar de la escuela que todos dibujamos en nuestras croqueras. Estas croqueras no solo se las entregamos para esos dibujos, sino que para lo que quisieran. Benjamín, uno de los niños, es nieto de Don Nato, nuestro vecino, y lo hemos visto estos días dibujando y pintando ahí. Nuestra idea es que tomaran la croquera como una herramienta para sus ideas, todas las ideas: las del colegio, las de la micro que los lleva y los trae, las de sus fines de semana, las de escribir, de dibujar, incluso de romper. Dibujar con ellos fue un ejercicio de conocimiento de la escuela, para ellos y para nosotros, experiencias que esperamos expandir con otras herramientas, como relatos y objetos.
Luego de eso tuvimos nuestra primera reunión con el Comité Femenino. Fueron cerca de ocho mujeres con quienes nos juntamos en la Sede Vecinal. Gracias a un proyecto anterior, ellas ganaron recursos para comprar equipamiento de estampado en tela, loza, vidrio y otros materiales. Quieren aprender a usar photoshop para poder intervenir imágenes; algunas, incluso, quieren generar las suyas propias para poder estampar. Esperamos ayudarlas en ese proceso y también producir con ellas un imaginario sobre el lugar que habitan, y que perdure en sus estampados. Así como con los niños, esperamos llegar a esa memoria que las constituye.
Al otro día, el viernes, con la lluvia encima, nos tocó partir a la Sede Vecinal nuevamente, para ver el documental “La voz del puelche” y compartir mate y sopaipillas. A pesar de que el viento y la lluvia hizo que poca gente llegara, aun así creemos que no fue un fracaso, que se dio el encuentro como primer paso para dar con otras experiencias.