Parte de lo que sería el proyecto como atlas, contemplaba esa idea de que un atlas es un conjunto de mapas. Nuestra forma de desarrollarla sería realizar diferentes actividades dentro de espacios naturales elegidos por el grupo dentro de la península, en una suerte de “mapeo”, lugares que les parecieran importantes dentro de la discusión sobre el territorio geográficamente. En nuestro último encuentro, el grupo había decidido que para el primer laboratorio que enlazaría una experiencia ligada al arte con la naturaleza, iríamos a Comao, el sector hasta donde llega el acceso vehicular posible del camino que va “hacia arriba”, ósea, hasta el norte. Comao lo habíamos ubicado entre Poyo -la localidad más poblada que está “más arriba” de la península- y Velero, una caleta que don José en la tarde de trabajo cartográfico, ya había señalado como importante de agregar. Comao no sería un pequeño conjunto de casas distantes y dispersas como la mayoría de los sectores de la península, sino un vasto espacio de cerros casi encima del mar y playas de piedras increíbles. Mientras se preparaba el cancato que compartiríamos a la parrilla, Majo Puga invita al grupo a ejercicios de dibujo en torno al horizonte y el espacio abierto del lugar. Se dibuja en grupo, solos, se entrelazan líneas entre unos y otros, y finalmente, y aunque la mayoría decía que no había dibujado en años, terminan todos no solo realizando más de alguna ilustración, sino que además encontrando posibles puntos de discusión respecto a los elementos que podríamos incluir en el mapa luego. Me pareció emocionante ver casi tres generaciones dibujando al mismo tiempo, entusiasmados por una práctica y oficio que nos parece tan natural cuando niños, pero que de apoco -si no estás ligado a la creación artística, o incluso a veces también- perdemos o nos avergüenza extrañamente. Intentando acercarnos a lo que comenzarían a ser los contenidos de nuestra propia cartografía creativa, comentamos que la península donde se encuentra Ayacara, Reldehue, Poyo, Buill, Huequi y todo el territorio híbrido donde estamos, tiene una discusión aun no resuelta del todo, algunos la llaman “Península de Huequi” y otras -por el fiordo que la presenta al norte, justo donde estamos- “Península de Comao”. Conversamos un rato respecto a diferentes propuestas y argumentos que han intentado definir esta ambigüedad, pero concluimos que es un tema para seguir desarrollando antes de elegir qué opción tomaremos.
“Comao”, significado que nos habíamos aventurado a traducir como “agua de lluvia” (Co = ko = agua / Mao = maw = lluvia) días atrás junto a Walter Imilan -colaborador del proyecto-, intentando llegar al significado que la palabra tiene en lengua mapuche-huilliche, pues estas tierras están justamente en esa líquida yuxtaposición de tránsito antiguo, y que como me diría don Gabe después, es importante de saber pues “todos venimos de ellos y somos mapuches de alguna u otra forma, sino, que somos?”.