Las casas disponibles escasean en Taltal. Mucha gente arrienda a las empresas que traen gente a trabajar en la mina o en proyectos de energía (termoeléctrica, fotovoltáica). Gracias a la gestión de Diego tengo una casa con un espacio de trabajo y una habitación extra para recibir a los colaboradores que van a visitar entre Noviembre y Diciembre. La Villa Algama es un conjunto de casas de un piso a unas cuadras de la Plaza, en el lado sur de la ciudad, cerca del Museo Capdeville. Porfin me instalo.
Es la semana de las elecciones municipales y se hace campaña en las calles, en camionetas con música a todo volumen. Mi vecina es candidata a concejal y el reggaetón no para.
Me llama Marcela. Fuimos compañeras de colegio y nos encontramos acá en Taltal, no la he visto en 20 años. Marcela trabaja en el programa Quiero mi Barrio gestionando proyectos con los vecinos, en una de las poblaciones formadas a partir de una toma. Nos juntamos en mi casa y me cuenta que fue ella quien realizó el primer diagnóstico que me enviaron para formular el proyecto en residencia. Nos ponemos al día, hablamos durante horas y me entero de los proyectos de intervención social y los acontecimientos recientes de Taltal. A través de los datos empiezo a conocer a los profesionales y gestores que están llevando a cabo proyectos en poblaciones, escuelas, juntas vecinales y clubes.
Es viernes a las 6 de la tarde y hay varias mesas llenas en El Cafetal, el café que queda en la esquina de la plaza, que además es tienda de mascotas y Caja Vecina. Tengo la primera reunión con Esteban el mediador del proyecto. Esteban llegó hace un año y ha trabajado en proyectos de teatro, en poblaciones, con vecinos y me va a acompañar en el proceso de trabajo, especialmente en los vínculos con personas de la comunidad local. Le explico mi idea inicial, que tengo que reformular a cada rato. Hay información nueva todo el tiempo. Esteban viene del teatro y tenemos que empezar a generar un lenguaje común para poder trabajar juntos. La conversación fluye y se me pasa el tiempo. Discutimos el catastro de personajes que sería interesante conocer y las formas de llegar a los jóvenes con el proyecto. Planificamos salidas a filmar y algunas entrevistas. Nos preparamos para una reunión en el Liceo Politécnico.
Son las ocho y media de la noche y llego caminando a la Plaza del Tren. Ya está oscuro y voy un poco atrasada por la reunión con Esteban. Esta plaza alberga el cadaver de una locomotora de la época del salitre, algunos juegos infantiles de plástico, unos miradores y pequeño anfiteatro de color celeste piscina, cuya iluminación de colores que titila toda la noche en una coreografía sacada de Encuentros Cercanos. Estoy invitada a una junta de la asociación que está en vías de consituirse a partir de varios grupos de jóvenes surfistas, skaters y activistas interesados en medio ambiente y gestión local. Nos sentamos en las escaleras de concreto y me uno a la conversación. Diego me presenta al resto y voy escuchando. Algunos se han organizado para potenciar los deportes naúticos, la conciencia del patrimonio natural, otros realizan actividades en las poblaciones. Me doy cuenta que mi residencia se percibe como una “intervención” y trato de entender qué significa en este contexto. Creo que voy a usar una estrategia de no-intervención. Escucho la conversación para ver qué les puedo proponer. Es un grupo interesante porque la orgánica es inusual; no ambicionan un espacio institucional y realizan sus propias acciones. Trabajan desde subculturas y quieren acceder a más agencia a nivel local. Hablamos de cómo visibilizar y viralizar su propuesta. En estos días están consituyéndose como personalidad jurídica y entre sus prioridades figuran la oposición a la construcción de la carretera que irá hacia el Sur, por la costa, por el impacto ambiental que significa. Quedo invitada a la próxima reunión para limpiar un espacio que van a ocupar, donde antes funcionó un espacio de reuniones y skate que les cerraron hace unos meses. Taltal está aislado y existe una necesidad de conexión con otros colectivos afines. Se hace tarde y empieza a correr viento.
Todavía no me acostumbro al clima. En las mañanas pienso que va a estar nublado todo el día y a las 3 de la tarde me muero de calor. Por la noche salgo sin chaqueta y me enfrío. Parece que acá las temperaturas también determinan el ánimo de la ciudad. Después de varios encuentros, cuando pienso que voy demasiado lento, pasa algo y aparecen posibilidades.