Para la mayoría del país -especialmente para quienes crecimos en el norte- Chile, geo-mentalmente, por lejanía y acceso, define su sur hasta Puerto Montt. La verdad es que como dicen los chilotes, patagones y magallánicos, Puerto Montt es el kilometro 0 de nuestro sur austral, una parte del territorio nacional que es considerada extrema, un apéndice descentralizado, pero que su extensión cubre más de la mitad del país. Este estado mental, colectivo y sesgado por la cobertura mediática enfocada en otros polos de atención y sobre todo en la capital, hace que este sur austral aún se conserve como una suerte de tesoro escondido. Al comenzar la carretera austral, se alza sin embargo todo un despliegue -aun engorroso y lento- de rutas de alta afluencia turística costosa y, por lo mismo, en su mayoría extranjera, que cubre en época estival la senda y puerta de entrada desde Puerto Montt hacia Hornopirén, y Chaitén luego. Atrás, escondida y amurallada por la próxima cordillera de Los Andes que se casi toca con los fiordos del Golfo de Ancud continental, está Ayacara, en una suerte de baypass turístico que la ha dejado fuera de este contexto y que hasta hoy, resulta desconocida en la ciudad puerto de la región, ignorada muchas veces en los mapas y registros de rutas de navegación en oficinas de información turística, y señalada en satelitalmente como no más que un punto rojo en la pantalla. Al mismo tiempo, muchos en Ayacara jamás han visitado la capital regional, por que “es muy lejos y largo el viaje”. Las conexiones de barcazas para realizar el primer recorrido que busca contextualizar y encontrar puntos de información dentro del territorio en torno a Ayacara, funciona como un puzzle que para quienes sí deben constantemente trasladarse resulta cotidiano, aunque finalmente precario en su capacidad de conectividad con el país.