La semana que acaba de pasar ha sido de mucho trabajo. Estuvimos trabajando con las mujeres en los registros de todas las cosas que han creado dentro del Comité Femenino, hemos hablado de su historia, de sus madres, de sus abuelas. Terminamos de tomar los retratos de las familias de la comunidad, terminamos nuestras sesiones con los niños de la escuela, seguimos recabando material para la publicación y el documental que realiza David, y estuvimos organizando todo junto a la comunidad para el Encuentro que se dio el sábado. Ha sido una semana muy cansadora, intensa, pero que nos motiva.
En nuestro paso por Concepción compartimos y fuimos recibidos por Eduardo Cruces, a quien dejamos invitado a La Montaña. Este jueves llegó y compartimos con él nuestro proceso de residencia de una manera mucho más vivencial, tanto así que fue de gran ayuda para terminar la pintura colectiva de la garita. Ese día comenzamos a pintar desde las 12, aproximadamente. Si bien estuvimos solos la mayor parte del tiempo, en algunos momentos hubo vecinos que se acercaron a mirar cómo iba quedando ya terminado, iban dando su opinión y se mostraban contentos. Pancho ya había escuchado el domingo pasado que en la micro unas vecinas hablaban de la garita, de lo linda que estaba quedando. Ese día sábado de terminar de pintarlo, tuvimos que dividirnos para ir a registrar cómo se preparaban algunos animales para las comidas del Encuentro del sábado. En un ambiente muy familiar me recibieron la señora María y la señora Albina, conversamos, tomamos grabaciones, y comimos sopaipillas. Pude ver cómo se relacionan de una forma distinta con los animales. Cómo son conscientes de aquello que crían, que cuidan y que luego comen, y de lo importante que ese ciclo es en la historia de sus vidas, en aquellos saberes que han heredado, y en aquella calidad de vida que saben es distinta a la de la ciudad. De vuelta caminé con Maite y Vale, nietas de la señora María, para terminar de pintar la garita. Ellas terminaron por pintar su escuela, parte importante del mural. Nos tomamos una foto final y luego las fui a dejar de vuelta a su casa. Conversamos sobre su relación con los animales, y les comenté mi asombro al verlas desenvueltas y naturales en un proceso que para algunos, citadinos, puede ser chocante. Me dio gusto poder compartir eso con ellas, y que fueran sinceras y naturales conmigo, que me dijeran que eso es parte de ellas.
La garita por fin quedó terminada.