Llegar a vivir al territorio en momentos de convulsión nacional fue una apuesta incierta, sobre todo considerando que había toque de queda en la región, el clima era tenso en la mayoría de los lugares de Chile, y aunque no tenía certeza de la situación en la población “El Boro” de Alto Hospicio, quise ver por mí misma como se manifestaba la agitación social en el lugar donde me tocaría residir los próximos meses.
Para ser sincera, todo ha sucedido con tranquilidad, la gente ha manifestado su descontento con cacerolazos, y marchas en otros sectores de Alto Hospicio, pero el vandalismo ni la opresión se ha apoderado del sector.
Mi nexo de llegada fue la dirigente Isabel Novoa de la junta de vecinos “El despertar”, la que me ha presentado personas del lugar, y me ha invitado a ser partícipe de actividades cotidianas que desarrollan, como mantención del huerto comunitario “Peumayen” o actividades sociales y comerciales en la feria “La Quebradilla” donde he podido impregnarme poco a poco del territorio y las personas que lo habitan. También tuve la oportunidad de conocer a don Carlos Arancibia, un señor de 89 años, poeta de oriundo de Valparaíso que vive hace bastantes años en “El Boro” pero recuerda con mucha nostalgia su amada ciudad natal y escribe poemas en oda a esos días cuando vivía en los cerros porteños.