Así concluía la residencia de “El Boro”, sin saberlo por supuesto, creo que aprovechamos de encontrarnos, darles sentido comunitario a algunos espacios, que puedan re conocer su barrio, intentando reflexionar en torno a las distintas perspectivas de un mismo lugar, conociendo las luchas populares e inagotables, sintiendo rabia también, por qué no decirlo, que las desigualdades sociales son muy marcadas en algunos lugares, y una de ellas es el sector donde residí 4 meses, acentuado fuertemente por toda la problemática ambiental de la que se habla, pero que no se dimensiona, al menos que vivas en el lugar, las jaurías de perros que siempre están al acecho para morder a quién transite, los infinitos socavones, mal de nunca acabar. Pero también las alegrías de compartir un conocimiento, ver los resultados de crear un trabajo colectivo, entablar una conversación con la vecina que conocías solo de vista, matear en el huerto, aprender a plantar, a reciclar, conocer lo que es el compostaje, sabernos mujeres empoderadas, luchadoras, aguerridas, y pararnos frente a una cámara para contarle nuestra historia de vida a otras mujeres, compartir el relato colectivo, dignificar el oficio, la dirigencia vecinal, valorizar los espacios habituales en la comuna, intercambiar conocimientos entre vecinas, conversar sobre los cambios necesario en el país y llegar a un debate serio, entendiendo las diversas miradas.
Como punto débil de la residencia podría mencionar la baja convocatoria en instancias que pretendieron ser masivas, y no dieron el resultado esperado, evidentemente no fueron suficientes los medios de difusión utilizados para convocar, de lo que me hago responsable, y donde mejor convocatoria obtuvimos fue en los encuentros realizados en espacios habituales, como sedes sociales. Los aprendizajes, los vínculos, los espacios activos quedaron disponibles y abiertos a la comunidad y esperemos puedan ser retomados, re activados, cuando las personas pueda volver a reunirse, y que la importancia de estos espacios cobre aún más protagonismos en la post-cuarentena, cuando re valoricemos las instancias de encuentro, intercambio, creación colectiva y desarrollo participativo de los espacios que nos rodean.
Para concluir la residencia “Tantasiña Warmi” también reveló que “El Boro” no se limita solo a su espacio geográfico determinado, “El Boro” también tiene una gran representación en “La Quebradilla” por ejemplo, lo que nos invitó a ampliar la mirada y salir del territorio especifico, pudiendo así conocer otras maravillosas historias y vincularnos con otras tantas realidades.