En esta súper luna a nosotros nos tocó la marisca. Las mareas bajaron más que nunca, y lemuyanas y lemuyanos fueron a las playas a mariscar con ayuda del gualato. Nosotros también fuimos en busca de almejas, viviendo esta experiencia en dos oportunidades, una por la mañana y otra por la tarde, al caer el sol.
La mañana la hicimos en Huiñay-Detif junto a la señora Sara y la pequeña Naomi que me ha bautizado como “tía canasto”. Aquel día había un sol resplandeciente y los mariscos entre las piedras lanzaban chorros de agua y luz que a veces incluso nos mojaban!… la imagen era hermosa. El mar, estaba azul plata. Brillante. De fondo, el volcán Corcovado nos observaba.
La marisca de la tarde la hicimos junto a la señora Gloria y Marco en Cuchao-Puqueldón. Ese día llovía a ratos pero al llegar a la playa, la lluvia se detuvo y el cielo nos recibió con un arcoíris completo para luego teñirse de colores todo el mar y el cielo. Los tonos de ese atardecer han sido de los más bellos que con Matías hemos podido ver. Rosas y azules sobresalientes, reflejos dorados sobre el azul profundo del mar. Tonos que amparaban a las almejas, los erizos, las pirucas y todos aquellos seres que entre piedras y arenas fuimos encontrando.