Estamos terminando nuestros cinco canastos gigantes y mientras lo hacemos, cada vez conversamos más profundamente acerca de nuestras vidas. Las mujeres que me acompañan, cada vez relatan más los avatares que viven en esta isla. El machismo y el alcohol, son unos de ellos. Atender al marido es ley de vida, al menos, para una importante mayoría. Cocinar, limpiar la casa, cuidar a los niños y a los animalitos, así como el campo, son labores femeninas. Sin embargo, ésta es una isla matriarcal. Sin el trabajo de la mujer, en ella no habría nada. Las mujeres son las agricultoras, las tejedoras de sueños, las que levantan este lugar día a día y a pesar del machismo que la habita, ese reconocimiento se respira. Aun así, mientras en todo Chile se escucha el grito de #NiUnaMenos, aquí la violencia de género pareciera que no da tregua. La esperanza, es que en medio de ella algunas voces se levantan. Voces entre lanas, voces de aliento…