A las seis pm, habíamos acordado para finalizar el muro gris. Apenas unos metros y listo. Esta vez se sumaron Tatiana y su hijo Alexis, además de Marcia, Matías y Maximiliano que llegó en bicicleta para decirnos que no iba a estar presente por motivos de trabajo.
A diferencia de la primera sesión de pintura, ahora escuchamos música todo el tiempo. Desde reggaeton hasta música folklórica chilena. Alexis fue el encargado, desde su teléfono de amenizar el ambiente. Al principio, su mamá le explicó detenidamente “el hacia arriba y hacia abajo” del rodillo.
Al final de pintar el muro, se sumó Andrés. Venía caminando con una amiga, y en un borde del camino y en frente del club deportivo, hicimos una pausa de cierre. Una colación en un pequeño círculo mientras terminábamos de ordenar los materiales usados.
Y demasiado cerca, a la entrada del club, empiezan a congregarse vecinas con pinta deportiva. Empezaba la zumba a las 7:30 pm.
Ahora el muro es blanco.