Es nuestra segunda reunión-once con los vecinos, instancia semanal donde hacemos, coordinamos y debatimos sobre dos proyectos en proceso: el muro blanco y un libro sobre San José de Marchigue.
En esta reunión Paulina llegó con fotografías, donde la imagen de ella en el río disparó la memoria colectiva. Siendo en esa conversación donde Don Elías propuso para el libro incluir fotografías de la localidad en distintos momentos, y que sea descrita por quien aparece en ella o quien conozca la historia tras la imagen.
Además se propusieron entrevistas a los más ancianos de la comunidad. Las preguntas fueron construidas entre todos y serán registradas en formato de audio para luego escucharlas y editarlas en las próximas reuniones. Otra fuente de escritura provendrá de Don Tomás, quien traerá sus poemas el próximo jueves y seleccionaremos los primeros textos para el libro.
Luego, tocó el turno de conversar sobre el muro blanco, para mi ya convertido en un monstruo inabarcable, y más cuando la propuesta de fotografías de vecinos para incluir en el muro no fue aceptada, pues eso generaría tensión entre los mismos. Se sugirió que fueran animales, y lugares, quizás incluir alguna fotografía antigua. En los días siguientes a la reunión, hemos estado cuestionándonos cómo guiar las intervenciones en el muro, ¿de qué manera podría ser un punto de encuentro?, en la demanda constante de los vecinos de no tener espacios públicos. Entonces poco a poco se va disolviendo el horror al vacío y aparece de nuevo el muro blanco como invitación a vivir el proceso de participar para preguntarse sobre lo que hay aquí.
Terminamos la once dibujando, al igual que los niños el día anterior, raspamos con un molda-dientes la pintura negra y aparecía en cada trazo el color.