Nuestro encuentro del viernes 17 de noviembre estuvo muy concurrido. La mayoría de las asistentes, fueron, como siempre, las mujeres con sus niños. Esta vez, esto también se dio por la contingencia religiosa del momento. Acá en La Montaña son muy católicos, y en este tiempo las mujeres rezan el mes de María, todos los días en la capilla del sector, a las 7 pm. Este viernes se pasaron de ahí hacia la sede para compartir y organizarnos para el evento del sábado 25.
Cuando comenzamos nuestra residencia, en nuestro primer encuentro con los vecinos, surgió inmediatamente una idea para el final: realizar un encuentro de tradiciones del sector, como una forma de mostrarle a otras localidades y a los niños y jóvenes, prácticas de la vida cotidiana del campo que se realizan poco o ya simplemente no se hacen. Acogimos este deseo colectivo y ha sido el pilar, por decirlo de algún modo, de nuestra residencia. La mayoría de las actividades (registros, historias que escuchamos, etc.) las pensamos en miras de la realización de este encuentro, que será esté próximo sábado 25.
El encuentro del viernes pasado se trató principalmente de la organización de este gran evento final. Decidimos qué comidas cocinaremos, quiénes lo harán, qué ingredientes hay que comprar, dónde, a quién (para una cazuela de campo no se puede comprar cualquier pollo), y quienes contribuirán con la muestra de objetos. Esta semana nos toca coordinar todo eso, hacer muchas llamadas y conversar con mucha gente, y por supuesto también difundir. Parece ser que este evento es lo que realmente los motiva, lo que realmente los junta en torno a algo común. El documental que vimos después del encuentro, pasó a un segundo o tercer plano, pocos vecinos lo vieron. Entre nosotros debatíamos sobre esto. Yo (Lucy), sentía que no estaba bien esa actitud, con cierta pasión por el asunto le hacía sentir mi rabia a Pancho porque los vecinos no tomaran en cuenta lo que se mostraba (no era cualquier cosa, era “Cien niños esperando un tren” de Ignacio Agüero). Pancho pensaba en que, realmente, esto no les interesa. Es una excusa para juntarse, y en este caso organizar lo del sábado. Con los días que han pasado creo que las palabras de Pancho son más certeras y menos pasionales, quizás más reales y resignadas respecto a cómo nos relacionamos con la comunidad, respetando sus ritmos, sus tiempos y sus deseos.