La Laguna de Huequi es como hemos compartido entre los del grupo editorial, uno de los hitos más importantes dentro del territorio de la península. Aunque ya vimos dentro del trabajo de cartografía en nuestro futuro mapa que hay un poco más hacia adentro de las montañas y de casi igual envergadura otra laguna llamada Cau Cau, Laguna Huequi junto al río y el volcán del mismo nombre, son sin duda los hitos geográficos de mayor realce y que por tanto dan nombre a todo el lugar: la Península de Huequi. Con empanadas de manzana que hemos preparado, mucha agua y otras cosas, cargamos el auto -definitivamente no diseñado para estos caminos- con los equipos de sonido, y nos arriesgamos hacia Laguna Huequi. La mayoría del grupo conoce el lugar, sin embrago hay un par que a pesar de estar aquí y tener un acceso simple -y que al auto finalmente logra soportar bien- no conoce. “El clima ha cambiado tanto” me comentan. Las temperaturas y cómo pega el sol es como nunca habían visto, y comenzamos a hablar sobre los pájaros del lugar mientras caminamos a la primera parada, un bote que quedó varado hace unos años y que hoy está sobre el pasto. Laguna Huequi se ha estado secando convirtiendo poco a poco gran parte de su orilla en humedal, y hablamos de cómo esto afecta a las diferentes clases de aves del lugar, del cambio climático, del valor del territorio donde estamos, de cómo cambiará todo, y de que a veces sería tan bueno detener el tiempo. Volvemos al ejercicio de sensibilizar la escucha a través del simple acto de cerrar los ojos, Matías nos invita a poner atención en las cercanías y lejanías de los diferentes sonidos que nos rodean en ese momento. El agua suave cerca, el carpintero a la izquierda más fuerte que las bandurrias de atrás, la vaca que rumea al otro lado en la pampa de allá, el tábano que no deja de molestar a ratos en la misma oreja y a veces más adelante o arriba. Anotamos en nuestras libretas intentando hacer una especie de mapa sonoro de lo que podemos alcanzar a registrar con nuestra escucha de un par de minutos.
El sol pega fuertísimo y nos proponen continuar en los “pozones de más abajo” y que están a pocos metros de la laguna misma, por donde pasa uno de los brazos del río formando verdaderas piscinas refrescantes y solitarias. Nuevamente en el bosque de ese lugar, a unos metros del agua y ya con más sombra, revisamos entre todos grabadora de audio y audífonos para registrar sonido, especialmente y según lo que hemos ido hablando desde el nido en la casa hasta aquí: de los pájaros de la península como característica del territorio propio. Los registros son impresionantemente variados, es un grupo de al menos 10 a 12 sonidos de aves diferentes en cantos distintos y que -según me comenta Edgardo- además la misma ave muchas veces tiene 2 o 3 cantos, según lo que esté sucediendo y queriendo decir. La mayoría no logra identificar a más de 3 o 4 aves de todo el conjunto sonoro y creemos que lo mejor es intentar llevar buenos registros que pudieran ser incluidos en el mapa después de algún modo. El sonido había logrado la atención del grupo, y el interés por capturar parte de su territorio a través de su propia escucha había resultado tan refrescante como el chapuzón final que algunos nos dimos en medio de la tarde calurosa en río Huequi.