Con Renca a la distancia escribo estas palabras para aquella experiencia. Guardo de aquella comuna un pronóstico despejado de verano a unos 32 ° Celsius, ambiente con poco y nada de viento, esto marcaba el vacío peatonal característico del mediodía hasta el ocaso.
Llegué a Renca con una expectativa proporcional a un vacío luego de 16 años sin departamento de cultura, vine a saberlo a finales de los 105 días en los que se ha desarrollado este proyecto, un despliegue de centros de impresión para catalizar vainas locales.
Llegué a conocer este calor desde octubre, operando desde un colegio y una junta de vecinos. El primer trabajo de por sí fue encausar las voluntades del lugar en iniciativas acorde a la plataforma gráfica, motivar estos procesos fue difícil viendo Renca como una zona de sacrificio metropolitana, cuya población se polariza entre las capas delictuales y trabajadores del sector terciario. Esto marcaba un ritmo de reuniones después del trabajo que acentuaban una lectura del proyecto como la extensión del ocio después de la jornada laboral; después de la pega a pasarlo bien. Pasarlo bien en su mayoría era jugar a la pelota, en la sede. Lo mismo para el colegio, las actividades encontraron su cauce en manifestaciones fuera de clases, el recreo. Tanto con profesores como alumnos, el ritmo era en esos descansos, el resto fue clases y palacasa. De estas apariciones y rutinas surgieron carteles para no botar la basura, señaléticas para la comunidad inmigrante, un montón de calendarios de micros corriendo como láminas de algún álbum. En paralelo, la Municipalidad hizo su extensión del proyecto como apéndice de las ferias y montajes en terreno; para el día del patrimonio y la infancia, el día de los derechos humanos, el día de los artesanos, el día de las ferias. Esto sirvió para poner en circulación el material que se produjo durante la primera etapa, lo que permitió reconocer más actores dentro de la comuna, más allá del perímetro sector Lo Velásquez 6. Fue así que se llegó a trabajar con Vietnam Morales, poeta renquino cuyo sueño ha sido alcanzar la fama consagrándose como poeta, en su cometido ha hecho diversas apariciones en televisión y por eso mismo llegó hasta presentar –junto al centro de estudios informales- una serie de fragmentos llamado “Para Diana y otros poemas” dedicada a la animadora de televisión chilena y hermana de la otrora miss mundo. Así contacté a Sebastián Hernández “sebafariman”, cantante de reggae y asiduo bebedor de la plaza mayor de Renca, donde pasa sus días junto a otros cantores del transporte público al ritmo de los fermentados, con él editamos parte de su poemario “Poesía picante” donde traza versos sazonados con sus vivencias de feriante. El resto han sido vivencias e implementaciones en un terreno que si bien atestiguó sus urgencias gráficas, eclipsa sus manifestaciones por necesidades: mejoramiento de techumbres, televisores 4k, un mejor trabajo, otro lugar al fin y al cabo.
Buscas en Renca a Renca ¡oh peregrino!
Y en Renca misma a Renca no la hallas:
cadáver son las que ostentó cosechas
y tumba de su propio caserío.
Yace donde reina el wantán chino
y limadas del tiempo, las medallas
más se muestran destrozo a las batallas
de las edades previas a estos vecinos.
Sólo el Mapocho quedó, cuya retórica,
si ciudad la regó, ya sepultura
la llora funesta su termoeléctrica.
¡Oh Renca en tu grandeza, en tu hermosura,
huyó lo que era firme y solamente
lo fugitivo permanece y dura!