En el sector que reúne a la localidad de Ayacara dentro de la península de Comao, está siempre ventoso. La escuela, es un ventarrón completo, y Vicencio nos espera con una bolsa negra en el patio de atrás. La escuela de Ayacara reúne a funcionarios, profesores, alumnos regulares e internos con familia y casa en Poyo o Huequi, apoderados y afuerinos que llegan a jornadas de capacitación o talleres. Vicencio apenas llegamos nos saluda agradecido por haber activado la primera campaña de papel reciclado del lugar, comentándonos espontáneamente cómo el trabajo de pescador interrumpió sus estudios a temprana edad y que hoy muchos años después está retomando. Para Vicencio y varios de quienes trabajan aquí como él, transmitirle a los alumnos la importancia de la educación y su propia experiencia es fundamental. La bolsa negra de basura que nos trae está llena de papel impreso en la escuela para fines académicos y administrativos, de los mismos que deben a menudo quemar por el exceso y el problema de la falta de espacio para basura en todo el territorio. Nos ofrece su ayuda para al laboratorio de papel reciclado que se hará, y se nos une al grupo.
Como primera etapa del trabajo a hacer, picamos junto a Majo Puga -primera artista invitada a la residencia- todo el papel que nos han entregado y que se ha reunido durante la semana exitosamente. Con las manos rajamos y dejamos humedeciéndose el papel, tiramos leña al fuego y repasamos los detalles de lo que el grupo experimentará en un par de días más.