Llegamos a la Escuela de Tongoy, que existe desde 1872, es una de las más antiguas de la zona, pero esto no quiere decir que esté en malas condiciones, todo lo contrario tiene una infraestructura completamente nueva. Chicos de sexto y séptimo básico nos esperan para lo que será una sesión de personajes y máscaras. Les explico a la veintena de chiquillos que tenemos que crear personajes basados en la flora y fauna de Tongoy y comienzo por preguntarles qué son los personajes. Se abre un entretenido diálogo donde nos damos cuenta que los chicos están pasando las materias de Teatro en sus clases de Lenguaje y Comunicación. Así que comienzan a desplegar su imaginación en torno a fauna marina, insectos, y flores principalmente, para convertirlos en lo que son cangrejos villanos, peces que lloran sangre y lapas gigantes, me llama la atención que casi todos los personajes que crean son villanos. Como estamos en la etapa del diseño de las máscaras, podemos inventar lo que queramos, los chicos se ven concentrados y algunos escriben las características sicológicas y algunas historias sobre sus personajes-máscaras, las que podrían servir para la obra que estamos escribiendo.
La sesión de trabajo en el Liceo, ya con jóvenes de 12 a 14 años, se desarrolla más desde un lado conversacional… les preguntamos por lugares que les gusten de Tongoy, pensando en un lugar que les resulte especial y que les despierte la imaginación, para usar ese espacio como escenario de una historia y nos asombramos con lo que mencionan… el cementerio parece un lugar predilecto, con todas las historias de terror o misterio que se puedan generar a partir de ahí. También mencionaron un gran sauce que hay cerca de un río, desde donde practican piqueros. Nos conversan de una docena de mitos de miedo, tablas huijas y entremedio nombran de pasada la historia de los jóvenes que se suicidaron años atrás en Tongoy. Ellos eran unos niños pequeños cuando esto pasó. Me quedo pensando en por qué les gustará tanto el género del terror.
Caminar por Tongoy de noche es algo que no habíamos hecho. Es muy bonito el atardecer que se ve desde el pueblo y adentrándonos en él nos encontramos con algo que nunca habíamos visto, un bingo artesanal, con cartones y premios. Cuando pasamos aun no había nadie, así que no nos quedamos, pero nos pareció una manera entretenida para reunirse y pasarlo bien.