BitácoraResidencias de arte colaborativo

Residencia: Tongoy teatral: Un mar de historias Coquimbo - Tongoy, Coquimbo - 2016 Residente: Ana López Montaner
Publicado: 9 de octubre de 2016
Traer la vida y despedir en la muerte

Nos reunimos nuevamente con los adultos mayores y tuvimos una sesión increíble. Llegué con la idea de conversar más sobre personajes femeninos de Tongoy y pregunté por las parteras… casi todas opinaron algo… cosa que no había sucedido la vez anterior, pues las señoras habían estado mucho más calladas que los caballeros. Empezaron a contar cómo ellas o sus madres habían tenido a sus hijos, una de las presentes nos contó que tuvo a sus 6 hijos solita, sin siquiera ayuda de una partera, ayudada por su marido trajo a todos sus retoños al mundo. Otras nos contaban de doña Seferina que en paz descanse, una partera que recibió a casi todos los niños de Tongoy durante una época no tan lejana. Al preguntar por la actualidad, cómo nacen ahora los bebés, nos dijeron que todos nacen en Coquimbo, que ya no nacen tongoyinos propiamente tal, pues las mamás se van al hospital de la capital regional a dar a luz, pero después los inscriben en el registro civil de acá, aunque no hayan nacido aquí ¿Cómo, entonces ya no hay tongoyinos de verdad?…

Les pregunto por otros hitos de la vida, como los matrimonios, los pololeos, las muertes, las fiestas.  Aparecen una cantidad deliciosa de historias, muchas de ellas muy graciosas, de personajes únicos e irrepetibles. Todos lo pasamos bien, nos reímos con las cosas que cada uno recuerda… alguno reflexiona sobre como ha cambiado la sociedad en Tongoy, ya que antes, cuando alguien fallecía, todo el mundo se enteraba e iba al cementerio a despedirse y acompañar a la familia, cosa que ahora ya no ocurre. Lo interpretan como falta de solidaridad.  Que si a alguien le ocurría una pana de vehículo al otro lado de la bahía, nadie dudaba en ir a buscarlo y arrastrarlo con auto y todo de vuelta, hay más individualismo y cada uno está en lo suyo. Ahora se enteran que alguien falleció cuando ya está enterrado.

Los matrimonios también eran cosa de días, toda una semana podían celebrar. Tocaban música con guitarras o armónicas. Una de las señoras saca su armónica y se pone a tocar, todos la oyen felices y luego aplauden. Así termina la sesión y yo me voy con muchas historias en la cabeza, tengo que encontrar alguna estructura dramatúrgica que anide a varias de ellas, pienso.

« Ir a residencia