Hoy fuimos con los nietos de don Nato a pintar la garita blanca, primera mano necesaria ya que el paradero estaba en pésimo estado.
El trabajo fue intenso, en un par de horas logramos terminar nuestro cometido. A ratos, los niños pintaban sin parar, para luego pasar a jugar alrededor de la estructura.
Si bien puede parecer algo mejor el pintar esta garita de blanco para preparar el terreno para el diseño final, la mayor parte de la labor la hicieron los niños, nosotros retocamos detalles y fuimos a la par de ellos. Aunque sea el pintar unas latas blancas, ellos hicieron algo que repercute en toda la comunidad; quizás no lo verán ahora, quizás nunca, pero su práctica quedará impresa en quienes habitan ese lugar.
En un momento de aburrimiento rompieron el palo de la escoba que llevamos para usar con el rodillo. No tenemos cómo barrer.