El realismo renquino
Es un estado de medianía
De vigilia trasnochada,
De permanente crepúsculo;
Una previa ansiosa
Para una fiesta que nunca se consuma.
II
La ciudad descansa así desde décadas,
Montones de basura
Se ordenan en su propio código
Un peluche,
Sentado sobre una jaba,
Encima de escombros,
Amontonados en torno a un palo poste.
III
Las fachadas evidencian lo que cobijan,
Casas tapiadas para delimitar lo más posible,
El espacio que pueda refugiar el hogar,
Asientos, camas, baño, cocina,
Una tele o una radio.
IV
Viejos varios,
Deambulan padeciendo
El trayecto de un lugar a otro.
Pasteros
Muchos pastabaseros,
Divagan y merodean
De pipazo en pipazo
V
Haitianos me reciben en sus casas:
Hola, vengo a hablarle de arte.
Un gusto, quiero un empleo.
VI
El paisaje humano,
Refleja su soporte,
Un cerro omnipresente
Que se reverdece a finales de invierno
Y difícilmente sobrevive
El primer mes de la primavera.
Luego es material inflamable,
Combustible, consumible.
VII
(Tumba de cemento,
Hoy te vienen a visitar,
Qué fría es la soledad)
VIII
Un plano urbano inconcebible,
Viven la dicha de no tener un centro claro
-para su desmedro
o para su orgullo-
Que les permitiría escapar
Por las calles que no me señalan
Se apilan sobre la memoria,
Momentos en los que pregunto:
“hola vecino ubicalacallefulano?”
Sacuden sus hombros,
Se toman la cabeza
Miran al cielo
Como si les diera de una vez
Las respuesta del donde están
Para que me la digan a mí
En esta patria más real que la mía
IX
El desconocimiento del paisaje
No es ignorancia del territorio
Es desconfianza para el afuerino.
X
Es imposible dar golpe de timón alguno
Porque no hay navío
Ni tripulación.
Solo hay kilos de tinta
Papeles,
Y muchos muchos quehaceres
Que escriben todo
En la urgencia de un fin de año.
XI
Pedaleo por la población
Buscando alguna conversación:
Naciste así
Como iglesia abandonada
La que ya no tiene curaaa
Suena desde un Nissan v16
Que se aleja