Ese día después de la exhibición había un aire alegre y un aire de tristeza entremezclado. Esto se estaba acabando y todos lo sabíamos, pero a muchos no nos cabía en la cabeza. Siempre supimos que, así como llegamos, nos tenemos que ir. Es una condición de las residencias y una condición que como colectivo llevamos hace tiempo, hemos sido fugaces e intensos; pero el sinsabor de despedirse es siempre el mismo.
Las tejedoras nos invitaron al otro día para juntarnos y nos prepararon un tecito con muchas cosas exquisitas y llenas de cariño, querían despedirnos. Ambas partes estábamos con sentimientos encontrados: fue tan importante conocernos y al mismo tiempo tan fugaz. La señora Pepa nos decía sin convencerse “¿y después de esto ustedes se van?” y después analizaba para sí misma “es que fue muy bueno conocernos, esto nos sirvió para conocernos y soportarnos entre nosotras… son muchas cosas las que uno saca de esto” tanto ellas como el David, encargado del Centro Cultural, no se convencían de que esta experiencia tenía final. Nosotros ya lo teníamos claro y sabemos lo extraño y penoso que es despedirse, lo que no quiere decir que no nos afecta.
Por nuestra parte lo conversamos también. Esta ida y venida constante, esto de entregarlo todo y dejar que luego todo siga su camino, es gratificante pero agotador emocionalmente. Al mismo tiempo un protocolo así de trabajo, tan particular y acotado, tan profundo y claro en su sentido, necesita de más tiempo, de seguro. Sabemos que es sólo una residencia, sólo una experiencia o mejor dicho una gran investigación en terreno donde nosotros proponemos la tesis y la realidad nos devuelve su conclusión, pero el tiempo se hace demasiado escaso, el tiempo en un lugar lejano como todos los que son parte de estas residencias, tiene otro tiempo, el tiempo de conocerse, el tiempo de compartir y construir una unión especial con cada uno, encontrar los puntos de conexión, eso es tiempo. Nosotros poco a poco vamos aprendiendo cómo estirar ese tiempo, cómo cortarlo, doblarlo y conocerlo. Este tiempo fue como estar fuera o sobre el tiempo. No lo dominábamos ni podíamos controlarlo, pero el sí jugaba y nos confundía, el tiempo nos demostró el poder que tiene y todas sus posibilidades: hubo momentos donde sentimos estar atrapados en una tela de araña y otros donde estábamos en éxtasis y todo funcionaba y todo estaba conectado y ocurrían coincidencias inexplicables. Hubo momentos de sentir que estábamos llegando a la cima de la montaña y otros donde volvíamos a los pies de la montaña.
Y finalmente fue una experiencia intensa, conocimos a personas inolvidables, el valle nos acogió con su manto y nos arrulló. Pero así como nos arrulló y nos enseñó también nos mostró, nos mostró que somos ignorantes. Nos mostró que la verdadera inspiración siempre es la naturaleza. La importancia y potencia de cada uno de sus elementos es parte de nuestra naturaleza y nosotros somos sus servidores y admiradores. Eso y que el amor es infinito y se da y se devuelve sin cesar.
Y en realidad hartas cosas más… pero ahora empieza el tiempo de digerirlo.