Vamos a conocer Paposo, la pequeña caleta que queda a 50 kms. al norte de Taltal. Esteban tiene contacto con algunos pescadores y nos aventuramos a ver si podemos conocerlos. Hacia el norte por la costa el clima va cambiando. Ya se empieza a ver la niebla que corre hacia los cerros y Paposo está cubierto por un cielo gris cálido. Hace calor. Todavía no sale viento.
Paramos en la cancha, junto al almacén. Estamos buscando a Waldo, uno de los dirigentes del sindicato. Aprovechamos de pegar unos afiches que mandó Javier, sobre el concurso de recetas locales que se realizará a fin de mes. Aunque Paposo es parte de la Municipalidad de Taltal, está muy aislado. Les traen agua en camiones y el único transporte público a la ciudad es el bus que transporta a los niños al liceo. Hay una escuela y un policlínico.
Waldo está trabajando y vuelve más tarde- nos dice la dueña del almacén. Nos quedamos conversando un rato. Su marido, don José, también es pescador, como casi todos en Paposo y se ofrece para acompañarnos y accede a una conversación mientras grabamos. José desaparece un rato para cambiarse de ropa y nos hace pasar a la sede del Club de Futbol. “Aquí es donde nos juntamos. A conversar, a ver fútbol, para las reuniones”. El lugar tiene atmósfera de sala de clases. Está impecable y la luz que se cuela por las cortinas de color verde le dan un ambiente acogedor. Entre un poco de brisa por la ventana. Esteban aprovecha de llamar a otro dirigente mientras nos acomodamos.
José sale un momento a buscar a Poli, el administrados de la caleta. Primero hablamos sobre la pega. José nos cuenta que la pesca ha mermado mucho y en este momento es más rentable trabajar recolectando huiro. Los huireros acumulan y venden a intemediarios para las empresas exportadoras. Con solo tres botes trabajando en toda la caleta se nota que la gente está buscando otras fuentes laborales. Poli se muestra reacio a hablar en nombre de los pescadores, pero accede a opinar a título personal y nos recomienda de todas formas hablar con los presidentes de los sindicatos. Luego no para de hablar. Empezamos por la pesca y la incidencia de la Nueva Ley de Pesca y las empresas en la pesca artesanal. “La pesca se ha reducido en un 90%, ya no queda nada” – nos cuenta. Nos adentramos en la realidad de la comunidad. Necesitan tener su área de manejo para proteger su trabajo. La Nueva Ley los ha perjudicado porque ha dejado “corredores” que entran a una milla de la costa y sacan cantidades enormes de pescado y marisco. La conversación se pone intensa y hablamos sobre la termoeléctrica y los planes de ampliarse, los efectos nefastos en la pesca artesanal y la deforestación del fondo marino por la contaminación de desechos de las mineras.
Se nos hace un poco tarde para la próxima cita con el presidente del sindicato número uno, quien nos espera en su casa. Partimos de vuelta llenos de información nueva y de ideas, trabajar con la escuela, documentar un recorrido con los pescadores. Volveremos a documentar la caleta y a hablar con Waldo.