Tras las conversaciones de la semana en torno al mapa, el paisaje, las historias, los elementos naturales y otros de infraestructura que orgánicamente se están reuniendo como contenidos para la cartografía en desarrollo, invito al grupo a una tarde de panqueques para a través del dibujo y la conversación ir definiendo y completando la información que puede estar faltando y quieran incluir. Conversamos y revisamos el trabajo que se ha ido realizando durante la semana, intentando ver que posibilidades cartográficas, gráficas, visuales, tenemos, y sobre todo, llegar a plantear un criterio de selección de los diferentes elementos. Se genera cierto debate que ya era necesario, más allá de la definición que deberemos tomar en torno al cómo llamaremos a la península: si de Huequi, de Comao -o de Comau, como vemos desde hace un par de días se señala en el lienzo que anuncia el festival costumbrista que ya viene en Ayacara-, lo que incluiremos, los nombres que utilicemos y el porqué ciertos asuntos son de interés o no, ya es tema. Se habla de la importancia de señalar los puntos de acceso de los residentes y quienes se mueven dentro del territorio, de lo fundamental de señalar los sectores de marisqueo y pesca propia, más no de incluir las ubicaciones de empresas salmoneras o de cultivos de choritos, simplemente porque “ellos no son de aquí”. Dentro de la discusión, me cuentan sobre un proyecto que hace ya 10 años circuló por toda la región, a través de un mapa de la península que estaba en casa de Julieta -otra hija de Don Gabe-, ese proyecto impulsado por Tompkins, buscaba un acceso sin depender de la naviera hasta Caleta Gonzalo, y que unía por fin la península con el continente sin más aislamiento costoso, justamente pensando en lo esencial que es hoy el trato que las empresas de transportes tienen con ellos, que no es bueno, porque “tampoco son de aquí”. De alguna forma se va logrando uno de los objetivos principales del proyecto y que en el trajín, producción y gestión cotidiana para lograr nuestras reuniones, paseos y contenidos, se ha trabajado en paralelo y de forma casi inconsciente: el criterio editorial. El grupo decide que el criterio de qué estará o no en nuestro mapa final, es todo aquello que ha sido siempre de aquí, aquello que además de ser parte de este territorio desde siempre, sigue siendo hasta hoy objeto de resistencia al extractivismo comercial, a la contaminación y a la vida que aquí, aún no cambia tanto.