Hoy dimos inicio a una de nuestras actividades con los y las tejedoras del sector. Nos dimos cuenta que había un interes grande por el arte textil pues la Liset nos había contado de su proyecto cultural en el Centro Cultural por parte de su Fundación (FSP), en el cual el taller más exitoso y donde se acabaron rápidamente los cupos fue el taller de fieltro con vellón. Se juntaban sagradamente alrededor de 20 señoras a trabajar la lana con una monitora que les enseñaba.
Etonces pensamos que era buena idea aprovechar la instancia y una vez terminado el taller seguirnos juntando con quienes quisieran compartir y seguir creando.
Ese día ya varias se habían excusado que no podían ir porque tenían otras actividades pero finalmente llegaron tres mujeres. La Liset se preocupaba que eran muy pocas pero en realidad para nosostros era ideal, nuestra idea es trabajar en procesos íntimos, profundos y para eso un grupo pequeño es ideal. Y realmente funcionó muy bien para ser nuestro primer encuentro, la Señora Ximena, la señora Eliana y Cinthia una joven de 20 años, abrieron su corazón con nosotros. Hablamos de la vida en el valle, de los plagicidas que silenciosamente los están enfermando y destruyen los ciclos naturales de la tierra, hablamos de las plantas y como se usan, de sus vidas, sus seres amados, la familia que son en el pueblo y cómo duele mucho cuando alguno del pueblo los deja. Hablamos de la muerte, de las pérdidas y de cómo seguir adelante. Fueron increíblemente francas, abiertas y agradecidas. Lo que más nos interesaba transmitirles era que esta instancia sería distinta al taller anterior, que sería una instancia que iríamos contruyendo entre todos y que solo sabíamos el punto de partida, nada de puntos de llegada. Para eso hicimos primero un juego de imaginería donde debían salir a visitar a alguien del pueblo y en el camino debían sacar 3 fotos de su recorrido. De esas fotos debían elegir una que representara más su lugar y que por alguna razón personal les gustara más que las demás. La idea de este ejercicio, además de romper con el esquema de taller, era trabajar a partir de elementos que fueran significativos y que de alguna manera representen el imaginario colectivo de los que habitan el territorio. Salir de los íconos y elementos externos y traerlos a los personal, lo significativo, lo esencial.
Ellas eligieron elementos muy interesantes: flores silvestres que a Cinthia la une con el recuerdo de su padre, la imagen de Don Carlos regando, el hermano de la señora Eliana también fallecido y un Churqui florecido que lo propuso la Señora Ximena. El Churqui es lo que en otras regiones llaman espino y crece silvestre en esta zona. Son árboles que ocupan mucho para leña, sus vainas las usan para artesania y son muy abundantes y difíciles de sacar cuando ya han hechado raices, vuelven siempre a la vida. En primavera, como ahora, estan amarillos con sus flores arómaticas dan una sensacion exquisita en el ambiente. La señora Ximena nos contó como estas actividades con la lana las han ayudado a salir de una depresión importante por la que está pasando.
Empezaron a crear una pieza textil a partir de estas reflexiones, entre todos entramos en el trance del fieltro, la señora Eliana y la Cinthia enterrando agujas como si cada puntada les ayudara a transformar esa melancolía de la muerte en una salida, una transformación.