Este día ha sido básicamente de vagancia, lo que en Renca vendría a ser como la otra mitad del paisaje. Nos reunimos con Sebafari en el colegio a imprimir algunos afiches con un poema que le habría sido inspirado luego de las lecturas de Gonzalo Millán. Luego de esto nos prestamos a vagar por bici y repartir los impresos, por mi parte regalé calendarios de micro, él sus poemarios y afiches. Esta jornada me ayudó a entender que en verdad Renca puede ser más variopinta de lo que parece, y que la cantidad de pasteros y vaguitos puede decrecer. Del mismo modo que existen capas interesadas en intercambios –dado el caso- de poesía y otras lecturas. Circuitos que van de la mano con la cantidad de trabajadores de la locomoción colectiva que se ganan el sueldo cantando e improvisando letras de rap. Su punto de encuentro durante la semana es la plaza de Renca, y durante el fin de semana pueden congregarse en el parque Lo Varas. Si bien no se muestran interesados en participar directamente de la residencia, practican y editan sus letras con el rigor de una labor que trata la realidad local misma. A ese ritmo nos la pasamos andando en bici, primero desde el parque Lo Varas a Lo Velásquez, luego a la plaza y finalmente a la cancha de fútbol de la orilla, donde llegamos a un partido que había terminado. Terminamos viendo el atardecer desde las gradas.