Estando en Ayacara, en Reldehue, caminando por Buill y pensando en los recorridos que podríamos como grupo hacer por Huequi, Poyo o más allá, se preparó -buscando incentivar a todos con el tema cartográfico de manera potente- un mapa gigante de la península. Como en general, una de las cosas que escasea en el territorio es justamente algún tipo de cartografía que realmente contenga información, se trabajó directamente sobre un mapa que solo tenía la forma perimetral de la península con algunos puntos y un par de ríos insinuados. Buscar hacer con los materiales y posibilidades que teníamos en la casa-taller del campo un mapa gigante que llevar a la próxima sesión de trabajo con el grupo editorial formado, fue un trabajo largo, desde encontrar algún mapa que tuviera las características necesarias para ese “vaciado”, hasta lograr calzar las piezas de un rompecabezas que sería nuestro punto de partida. La idea de realizar un mapa no necesariamente fiel a una realidad cartográfica o turística, sino mas bien a la realidad de lo que se vive dentro de las distintas localidades en torno a Ayacara, me hizo pensar en la necesidad de potenciar lo que habíamos logrado crear como grupo, y un par de asuntos más sobre quienes habitan el territorio. Pensar que por ejemplo la falta de convocatoria mayor o la poca participación que en general se acostumbra criticar de la localidad de Ayacara y las que le rodean, tiene su coherente situación geo-rural extremadamente descentralizada. Si bien Ayacara contempla los servicios como el aeródromo, escuela, municipalidad y otros como carabineros, posta y rampla de naviera cerca, no existe una plaza centro como tal, no hay ningún tipo de cuadricula que nos lleve a un punto de reunión natural -como suele suceder en nuestra Latinoamerica, incluso en el pueblo más pequeño- y es simplemente porque la península de Huequi o de Comao, resulta imposible de focalizar en un centro. Todos viven su vida cotidiana, sus hábitos de consumo o de trabajo, e incluso recreativos, a lo largo de la península; entre subidas y bajadas, diferentes curvaciones de la costa que va de norte a sur rodeándola, el transito no es desde un perímetro dado hacia el centro, sino que se resume en un “subir” a Ayacara, en un “bajar” a Buill, direcciones dadas por todos cuando se trata de movilizarse por compras, paseos, pega o traslados hacia afuera.
Mientras se seca el papel que hemos creado tras el reciclaje -con cuidado y observación constante por dos días- reflexionamos en torno a esta situación, en la que si bien se planteó como foco desde el programa una sola de las localidades en el territorio de la península, sin duda el desconocimiento al intentar centrar el trabajo sólo en Ayacara, es parte de lo que quienes no están viviendo y trabajando dentro de esta red vertical de localidades líquidas en sus perímetros, necesitarán saber a partir de estas experiencias como estas, para futuras decisiones, intereses culturales o de otro tipo. El secado del papel, y a pesar de la cantidad de trabajo y pocas horas de sueño en torno a la producción realizada y los preparativos, nos recuerdan que estamos en otro tiempo y que los minutos y horas largas del verano austral van, de a poco, buscando una historia mapeada que mostrar.