El sábado 4, domingo 5 , lunes 6 y martes 7 de noviembre, ocurrió el proceso de hacer el mural. El viernes habíamos conseguido los materiales en Santa Cruz, con el pintor Juan Martínez Macari, y el fotógrafo Juan Carlos Bernard, encargado de la implementación de esta residencia. Al día siguiente, éramos pocos frente a los 60 metros de muro gris. Nos faltaba un nivel y una regla gigante, para marcar con masking tape. El vecino Don Tomás se encargó. Teníamos 20 colores y empezábamos a componer visualmente sobre el muro. Poco a poco, más vecinos llegaron. Teresa y su tribu hermosa, nos brindaron pisos, una madera enorme para medir, mesitas y todo lo que quieran, hijo. Matías pintó con el rodillo la primera franja color adobe.
El domingo estaba esperando en el muro Vianca con overol. Luego se acercó el joven Nicolás, Marcelo, Freddy, con su hija Pía, y poco a poco, aparecían los colores y más vecinos. Gianina fue en búsqueda de su parlante y a la tarde llegaron más, Marcia, Maximiliano, Cynthia, Andrés, las leales Anita y Javiera, de Servicio País.
Primero debíamos pintar toda la paleta de colores alternando los bloques delimitados por el masking tape y después, los elementos de la fauna local, propuestos en encuentros anteriores. Entonces era necesaria la noche, pues la técnica de calcado, con data show, necesitaba que fuera a oscuras.
Hacia la medianoche de domingo y lunes, había júbilo y una constelación de entusiasmos, que hicieron posible una experiencia colectiva. Lo estábamos pasando bien. Se necesitaba estar juntos para que resultara.
Vecinas y vecinos participaron de muchas formas: pintando, facilitando la luz, cables, guardando los materiales en sus casas, con extensiones, panes con huevos, termo con agua caliente, acompañando. Hasta dejar listo el martes en la mañana los últimos detalles de la pintura del muro mural.