Esta semana nos volvimos a juntar con las tejedoras. Después del “Encuentro de Mundos” no sabíamos que pasaría con este grupo de mujeres, estamos de alguna manera culminando la primera etapa y teníamos que replantearnos como seguiríamos. Por parte de ellas querían seguir juntándose y haciendo. Les preguntamos y nos dijeron que valoraban la instancia porque podían relajarse, distraerse de su rutina en la casa y ver a sus amigas y vecinas. Para nosotros eso es lejos lo que más nos importaba, que valoraran, que valoren el compartir finalmente es lo que riega una semilla, confirma y desarrolla el valor de la amistad y de la familia que tienen los que viven en Paihuano, finalmente ese es un valor patrimonial que creemos haber identificado. De alguna manera, la forma de convivir, de ser comunidad y de organizarse, es un gran valor patrimonial y que ellos al parecer no identifican ni lo valoran como tal. Bueno, en el barrio Chanchoquí, el barrio que rodea al Centro Cultural, hay un espíritu de comunidad y familia muy valioso a nuestro parecer. Sabemos que hay muchas separaciones en el pueblo, está Paihuano de arriba, Paihuano de abajo, el sector de la rinconada y la quebrada de Paihuano, todos esos sectores y tal vez mas sub-sectores, nos parecían en un principio casi enfermizos, un pueblo pequeño que tiene más de cuatro sectores entre los cuales cada uno tiene o pretende tener su propia junta de vecinos, y de alguna manera su propia forma de organización, y que, según decían, entre todos estos sectores se pelean o chocan.
A estas alturas ya creo que lo entendemos distinto, creo que en realidad se trata de grupos de personas que realmente conviven y se relacionan íntimamente día a día, y cada sector tiene su personalidad y sus códigos de entendimiento propios y marcados. Son personas con personalidad y con opinión, marcadas y bien llevados de sus ideas. Dicen y actúan como piensan y tienen el suficiente espacio como para poder convivir todos estos grupos como se les da la gana. Hay un poder de organización y de autonomía que si lo desarrollan o visualizan más, podría a llegar a ser muy potente.
Finalmente, las mujeres quieren seguir trabajando, no saben bien en qué, pero quieren hacer y hacer y hacer, entonces se nos ocurrió invitar a una de las tejedoras de Cochiguaz que había ido ese día al “Encuentro de Mundos”, que pertenece a un grupo de tejedoras en Coquimbo que hacen intervenciones públicas con lana. Valesca se llama la tejedora, y se comprometió a visitarnos la semana que viene para guiar el trabajo de intervenir un sector en el Centro Cultural.
Queremos armar un espacio dentro del Centro Cultural que sea de uso público, realmente público, que esté afuera y que sea propio de los que requieran utilizarlo en el barrio o de cualquier sector del valle, sin previo aviso ni necesidad de pedir una sala ni nada. Un lugar que le pertenezca a la comunidad y que dependa de ellos cómo lo organizan y resguardan, un espacio autónomo dentro de la dependencia.
Las señoras quieren seguir creando así que nosotros tenemos que ir a comprar más material urgente.