En el Hostal Korona me muestran una pintura mural del embalse La Paloma cuando este estaba lleno de agua. La pintura tuvo como modelo una foto tomada cerca del año 90, me dice la señora Juana, de cuando se hizo un evento relacionado al certamen “Miss Chile” en Montepatria. Me cuenta que vinieron las gemelas Campos, que eran otros tiempos, al parecer hasta se podían ver veleros en el embalse. Hoy no es que el embalse esté seco, pero su nivel de agua ha bajado considerablemente. Es que uno nota que la sequía es un problema real en la zona, es de hecho la principal demanda que se escucha entre manifestantes que se contagiaron con la onda expansiva del “estallido social”. En el pueblo se pueden ver algunos rallados que proponen reivindicaciones, muy en la línea de lo que se podría ver en Santiago e incluso en el resto del país, sin embargo los protestantes hablan del agua. Otros proponen que el agua de la zona es de la agricultura, que así ha sido históricamente, que el ciclo del agua en Montepatria es en función de las plantaciones, que eso es lo que mantiene a la comuna saludable. Ducharse sería casi una banalidad, una práctica burguesa e innecesaria. En alguna de mis caminatas me encuentro con una cuenca llena solo de polvo y piedras. Imagino al río que solía ocupar este espacio y sin dudas que se vislumbra otro paisaje, el glorioso Montepatria que recibió a las gemelas Campos, más verde, más fresco, con sonido de río. Hoy por este espacio disponible para el flujo solo me encontré con una retroexcavadora que circulaba, como un triste y solitario dispositivo del progreso.