Comienzo a percibir que lo que fue una intuición en un principio, de a poco se ha transformado en un foco, una manera de habitar el territorio con una sensibilidad crítica. El flujo y la sequía son nociones que me han ayudado a pensar este territorio de una manera determinada. Las personas se mueven por las montañas en busca de presencia de agua para el cultivo y alimentar a los animales. De alguna manera la sequía hace que el suelo se repliegue, se vuelva árido. Este fenómeno activa flujos, unos flujos humanos y animales. La ausencia de humedad produce, casi como forzando unos movimientos, flujos nuevos. Travesías humanas que extienden la jornada y hacen el paisaje más profundo. Tuve una breve reunión con Verónica Cerda, abogada especializada en derechos humanos oriunda de Pulpica. Con ella conversamos, en preparación para una futura entrevista, de diversos temas, pero sobretodo me llamó mucho la atención un dato que me mencionó; Montepatria es uno de los lugares de Chile en que se documenta una migración de personas como efecto del impacto del calentamiento global. Muchas personas se han visto obligadas a moverse hacia el sur en busca de condiciones para la ejecución de la agricultura y la crianza de animales. Lamentablemente hay un flujo centrífugo de personas desde la comuna, no solo por opción, sino muchas veces para poder dar continuidad a las labores que han sustentado históricamente a las familias de la zona.
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