Llegamos al punto cúlmine de este recorrido. Hoy fuimos a realizar la performance a la casa de Claudia, donde las perfomer fueron Yessenia, Sandra y Eli, todas mujeres que habían experimentado la performance en sus casas, ahora van donde Claudia a realizarla. Nosotras esperamos afuera, sólo el testigo activo de la cámara participa silenciosamente de la escena.
Entonces una vez más sucede lo inexplicable, sólo se disponen cuerpos, objetos, movimientos que hacen emerger la intimidad más profunda, el secreto que protegen estas mujeres de un ritual que se construye desde la intuición, desde el susurro, desde el encuentro de mujeres con un objetivo profundo, que vuelve ese encuentro único en las vidas de esta comunidad. Emerge lo indecible que sólo el cuerpo convoca, se abren cicatrices, recuerdos, secretos… y el cuerpo lo recibe y lo moviliza, se tocan, bailan, cantan, lloran, abrazan, todo lo que el cuerpo guarda se abre, pero se abre en comunidad, ellas vienen a recibirlo. La performance adquiere ese carácter ritual, donde la representación abre las fronteras de lo permitido, donde la falsedad permite ingresar en lo profundo, donde la brujería se instala.
Sucede en la performance un collage de imágenes sensoriales y emotivas que las mujeres pusieron en movimiento. Las historias personales se volvieron colectivas y permitieron el aparecer de un diálogo corporal y performativo.