Continúan las performances itinerantes en casas de mujeres. Sigue siendo relevante para nosotros lo que emerge en el encuentro entre mujeres, las experiencias que parecen particulares se vuelven colectivas, se articula la sensación de comunidad cuando se comparten experiencias comunes. Además identificamos poco a poco la intensidad de la relación de la mujer con el hogar, con el hábitat familiar ya que en su mayoría son ellas quienes han levantado ese espacio y han creado la puesta en escena de su cotidiano, entonces aparece como una espacialidad viva en su performatividad.
Esta vez emergió el tema de ser madre adolescente, por una parte la experiencia radical de la maternidad, pero donde se deslizan problemáticas socio-culturales respecto a la estructura y la institución de la familia, donde el ser madre es una opción para muchas, para iniciar una vida fuera de un hogar que está tramado por diversas complejidades.
Estamos llenas de preguntas. ¿Cómo la invitación espontánea al encuentro a través de la performance desdibuja los límites de lo permitido, lo ético, todo lo que ordena nuestro principio de realidad? ¿Cómo aparecen construcciones estéticas que producen formas contemporáneas y significancias complejas sólo a través de la apertura de esta posibilidad? ¿Cómo la vida aparece en el encuentro de los cuerpos y se ofrece como intensidad en el diálogo performático? Seguimos preguntándonos en la práctica y compartiendo estas reflexiones con las mujeres y nuestra itinerancia.