Salimos a esta segunda performance con la vibración de la primera experiencia. Luchando con las expectativas llegamos a nuestra segunda casa, donde nos encontramos con una realidad completamente diferente. Y eso es lo relevante, cómo cada performance toma la fuerza, el cuerpo y vida de cada persona con la que trabajamos, de cada casa, de cada familia.
Entonces sucedió de nuevo, nos sumergimos en una experiencia performativa donde todo sucede en un aquí y ahora intensivo, donde el presente aparece como lo posible, donde el ser extraños a la comunidad nos vuelve cercanos. Esta vez la temática que apareció fue respecto a las relaciones de pareja, donde desde la proximidad de los cuerpos emergió un diálogo, corporal, visual, sensual. Todo se intensifica, todo se vive en comunidad, todo se elabora en el presente.
Comenzamos a percibir algo muy interesante en las reflexiones de cierre que tenemos junto a la comida en conjunto. Cómo, ante la experiencia performática, sensorial y corporal que sucede en los encuentros, cada persona busca el sentido de lo que acontece, articula un sentido personal a lo que sucede, el cual en cada conversación se comienza a elaborar como un sentido colectivo. Entonces, desde un diálogo íntimo, viajamos a la historia que ha formado a esta comunidad y reflexionamos en torno a las prácticas y los imaginarios que sostienen la relación entre lo personal y lo colectivo en esta isla.