Los pobladores del Sector Las Quintas en su gran mayoría son de la Comuna de Colchane, que está ubicada en el altiplano andino, al lado del paso fronterizo Chile-Bolivia.
Este fin de semana muchos vecinos me comentaron que subirían para asistir a una feria, que se realiza semana por medio en ese sector. Me llamo la atención con la importancia que lo relataban y los preparativos que esto incluía, por lo que decido subir a dicha feria. Ese día voy con varios propósitos; el primero conocer el comportamiento social de las personas que asisten a esta actividad y la segunda conocer los pueblos de la comuna, debido a que todas las calles del Sector Las Quintas tienen por nombre esos pueblos, además de que muchos de los vecinos son estos pueblos.
Subí con una lista de nombres de personas que aún viven en algunos pueblos altiplánicos, nombres que me dieron los mismos vecinos y vecinas de Las Quintas por si necesitaba pedir ayuda o requería alguna información.
Al llegar me sorprende la alta cordillera rodeada de imponentes montes y volcanes; además del cielo inmensamente estrellado, ya que viajé de noche llegando a mi destino cerca de la madrugada.
A la mañana me dispongo a visitar la feria que tal como me habían contado se desarrolla entre el lado chileno y boliviano de la frontera. Ese día el acceso es más o menos liberado entre ambos puntos y uno puede recorrerla sin tanta fiscalización. Al recorrer el sector de Pisiga Parca del lado chileno, me sorprendo gratamente al encontrarme con algunas vecinas que tenían puestos de comida, ellas se veían muy felices y con las puertas de su casa abiertas de par en par. Esto me llamó mucho la atención, ya que es algo que no he podido ver nunca en el Sector de Las Quintas, donde las casas comúnmente están cerradas e incluso es difícil ver hacia su interior.
Me cuentan que ese día el paso fronterizo es liberado, entonces decido cruzar a pie, como muchos más. El comercio se respira y uno se comienza a sentir más viva, más latente rodeada de carros de dos ruedas que van y vuelven trasladando las mercancías. Ya en Pisiga desde el lado boliviano de inmediato me voy a las textileras, al percatarme que venden husos y herramientas de telar. Me entretengo conversando con ellas un rato. Luego me acerco a las agricultoras que tenían harina de quinua y quinua de grano. Realizo el mismo recorrido que hacen las vecinas de Las Quintas, visitando los mismos puestos en los que ellas se abastecen. Y hablo de ellas, porque quienes visitan la feria para buscar su sustento, son principalmente mujeres.
Regresando a Chile, sin ser fiscalizada por el camino de tierra me siento libre y feliz, sin embargo en este mismo camino me encuentro por primera vez con el abandono, abandono con el que me volveré a encontrar en otras muchas ocasiones mientras habito este lugar. Veo casas abandonadas y también algunas estructuras de apariencias prehispánicas que me llaman la atención.
Luego de este hermoso recorrido camino por Pisiga Parca buscando alguna persona que me pudiese llevar a recorrer el altiplano, para conocer los pueblos de este lugar. Me encuentro con otras vecinas que me gritan mi nombre y me saludan felices de verme ahí.
Luego de caminar un rato logro dar con Patricio García quien tiene una pequeña oficina de turismo cultural que quiere levantar. Junto a Patricio recorro el territorio, visitando diversos pueblos pequeños y hermosos que se distancian unos de otros, teniendo el basto e inmenso altiplano como el paisaje que los rodea. La distancia entre cada pueblo es mucha y escasea la locomoción, asique sin auto hubiese sido muy difícil recorrer este sector. Pasamos por Cariquima, Chijo, Villa Blanca y su laguna, Isluga, Enquelga, Escapiña, Central Citoni, Chulluncane y Acha Uta. Lo importante de este recorrido era completar la información entregada por los propios vecinos de cómo era la vida altiplánica, al viajar con Patricio que es de la misma comuna, logre comprender varios fenómenos y llegar a algunas conclusiones.
La primera conclusión es que la migración comienza en las escuelas. A medida que las escuelas iban cerrando en los pueblos las personas se trasladaban a otro lugar para continuar sus estudios. En Chijo pudimos ver la estructura de la escuela sin deterioro alguno, sin embargo está abandonada al igual que en Escapiña. Su arquitectura era muy similar, los baños fuera en el patio, una estructura de columpio, y una cancha.
Los pucaras de cultivos también se ven bien abandonados a excepción de Chijo que está trabajando en un proyecto CONADI de innovación solar a la entrada del pueblo. De hecho ese proyecto es de la Señora Josefina Moscoso, vecina de las quintas. Chulluncane a diferencia de los otros sectores, presentaba más terrazas de cultivos y ganadería. Este pueblo se mostraba vivo, a pesar de que no pudimos dar con nadie, se notaba que más de una familia vive ahí. Muchos de estos pueblos están bastante abandonados, entre 3 a 7 personas cuidan las casas. El resto de las familias circulan durante el mes.
La arquitectura altiplánica está en peligro de extinción: muchas iglesias tradicionales y católicas están a punto de caerse e incluso hay algunos pueblos que ya no tienen, y solo cuentan con iglesias evangélicas modernas. Estas iglesias católicas llaman mucho mi atención y me entristece profundamente que estén tan deterioradas. Me logré acercar a varias de ellas y pude observar su ecología de diseño. Me gustaría mucho poder incluir dentro del proyecto en Las Quintas, el diseño de estas iglesias, con el fin de utilizar dichos conceptos en alguna construcción conjunta con las vecinas de este sector.
Colchan está libre de minería y es una zona muy rica en patrimonio y cultura, por ser una de las cunas de la cultura aymara en nuestro país. Es por esta razón que el turismo podría ser una fuente de ingresos bastante potencial.
Compartí muchísimo con Patricio y su esposa Tania. Ambos son muy jóvenes, tienen 25 y 23 años respectivamente. Esa noche conversamos mucho, fueron inmensamente generosos al compartir su historia conmigo. Este matrimonio joven con dos hijos, apuesta todo para quedarse en su comuna y defender con su trabajo su cultura indómita. Finalmente con Patricio discutimos algunas ideas de cómo se podría potenciar el turismo cultural, integrando a los propios habitantes como comerciantes y productos y de este modo generar una economía local. De esta manera se podría evitar la fuerte migración que ocurre principalmente porque en estos sectores ya no hay trabajo, y se evitaría que- debido a la migración y a la falta de empleo- pueda instalarse en estos lugares alguna minera.